Catar trata de rebajar tensiones con árabes y acepta la mediación de Kuwait
El Gobierno de Catar trató de rebajar tensiones con los siete países encabezados por Arabia Saudí que este lunes anunciaron una ruptura de sus relaciones diplomáticas con Doha y una serie de represalias económicas contra el emirato.
El emir de Catar, Tamim bin Hamad al Zani, accedió a la oferta de mediación que le propuso su homólogo kuwaití, el jeque Sabah Ahmed al Sabah, y aceptó no hacer un pronunciamiento público este martes para evitar seguir tensando las cuerdas con los países vecinos.
El emir kuwaití viajó a la ciudad de Yeda, en Arabia Saudí, para reunirse con el rey Salman bin Abdelaziz, según una nota de la agencia oficial, KUNA, que no ofreció más detalles sobre el objetivo del viaje.
Por su parte, los medios saudíes calificaron la visita de «fraternal», en el marco de los esfuerzos de este país, que ya intercedió en 2014, cuando Arabia Saudí, Emiratos Árabes Unidos y Beréin también retiraron a sus embajadores en Doha durante varios meses.
En una llamada telefónica el lunes, Al Sabah le pidió al emir catarí que «ejercite el autocontrol» y «se abstenga de dar pasos» que puedan empeorar la crisis, según KUNA.
Además de Arabia Saudí, Egipto, Baréin y EAU, Maldivas y los Ejecutivos alineados con Riad en los conflictos del Yemen y de Libia también se han sumado al órdago contra el emirato.
Aislamiento inmediato
Los países árabes han alegado el apoyo de Catar a «grupos terroristas», como los Hermanos Musulmanes, el Estado Islámico y Al Qaeda, y su intromisión en los asuntos internos de esos países, con el objetivo de desestabilizarlos.
Además de cortar las relaciones diplomáticas, los tres vecinos del golfo Pérsico han anunciado el bloqueo aéreo y naval a los medios de transporte cataríes, además del cierre de la única frontera terrestre de este país, que linda con Arabia Saudí.
Estas medidas tendrán un impacto directo en la economía del pequeño emirato, un país rico en gas pero que depende fuertemente de las importaciones y que muchos de los alimentos que consume llegan a través de la frontera con Arabia Saudí.
Por el momento, la exportación de gas no se ha visto interrumpida, según un economista con base en Catar consultado por EFE, mientras que los aviones cataríes han dejado de volar en los cielos de sus vecinos y de Egipto.
Además, Arabia Saudí y Baréin retiraron la licencia de operaciones a la aerolínea Qatar Airways y ordenaron el cierre de todas sus oficinas en ambos países en un plazo de 48 horas, a lo cual seguirá la expulsión de los trabajadores de nacionalidad catarí.
Ante las posibles repercusiones económicas si el bloqueo se extiende en el tiempo, Catar se ha mostrado abierto a solucionar la crisis lo antes posible y el ministro de Exteriores catarí, Mohamed bin Abdelrahman al Zani, aseguró que «no habrá ninguna medida» de represalia para no agravar la crisis «porque cree que tales disputas entre países hermanos debería resolverse en la mesa de diálogo».
De hecho, Al Zani consideró en un comunicado oficial que las acusaciones contra Catar «de ser ciertas habrían sido puestas sobre la mesa» durante la cumbre del Consejo de Cooperación del Golfo (CCG) celebrada el mes pasado en Riad, a la que acudió el presidente estadounidense, Donald Trump.
El mandatario dijo este martes en un mensaje en Twitter que, durante su visita a Arabia Saudí, líderes árabes señalaron a Catar cuando Trump urgió a detener la financiación a grupos terroristas de «ideología radical».
En esa cita, las relaciones fueron cordiales entre los países del CCG, pero poco después la agencia de noticias catarí publicó unas declaraciones atribuidas al emir en las que criticaba a Trump y a los países que «causaron el terrorismo por adoptar una versión radical del islam», en referencia a Arabia Saudí.
Catar aseguró que su agencia oficial había sido hackeada por un grupo desconocido, pero esa fue la chispa que encendió una nueva y más amplia crisis.