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Del domingo de ramos al domingo de resurrección

El período que va del domingo de Ramos al domingo de Resurrección es un muestrario de todas las actitudes humanas, de sus miserias, sus virtudes, de la traición, del heroísmo, del miedo, de la derrota y de la victoria.

En efecto, Jesús entra en Jerusalén y su pueblo lo recibe con vítores y ramos de olivo (con los que se premiaba a las grandes figuras). Ese mismo pueblo, lo derrota en el primer referendo del que se tenga noticia: Enfrentados él y Barrabas, con la anuencia del Sanedrín le entregan al martirio, con tal desparpajo, que Pilato decide lavarse las manos. De acuerdo con la versión profética de los hechos, Jesus sabia lo que le esperaba. Tuvo miedo humano en el huerto de los olivos y por un momento pidió a Dios: “Padre, aparta de mi este cáliz”.

Luego, como todos sabemos, comienza su vía crucis. Cuando expira en la cruz, casi ninguno de sus seguidores está con él. Todos tenían miedo de la represión y se resguardaron. Pedro, el día de su captura, lo negó tres veces. Solo su madre y otras mujeres (siempre las mujeres) le acompañaron y le dieron sepultura en el campo que Nicodemo había cedido para que lo enterraran.

Sin embargo, la historia estaba lejos de haber terminado. Jesús resucita, como lo había profetizado y, de acuerdo a la versión que nos transmite el cristianismo, se presenta ante sus amigos y seguidores. Muchos no le creyeron. Tomas, incluso, pidió meter el dedo en sus heridas.

Repuestos de la sorpresa y, luego del Pentecostés, una nueva ráfaga de fe, de pasión, de fuerza espiritual les invadió. Se desperdigaron por el mundo, llevando la Buena Nueva y fundaron una iglesia sobre “la piedra que era Pedro” (el mismo que le había negado).

Obviamente que todas las semejanzas con el país son pura coincidencia. Además, una cosa es la fe y otra la política. La política no va de dogmas, sino de tácticas y estrategias, pero ¡ojo!, la política si va de principios y de fuerzas morales y espirituales que se conviertan en fuerzas sociales para lograr los cambios.

En Venezuela se ha instalado una enorme fuerza espiritual. Algunos la llaman esperanza y tienen razón, se parece mucho a ella. Es la base en la que se asientan todas las posibilidades para un cambio político.

Esa esperanza, no surgió de un acontecimiento místico, como el Espíritu Santo descendiendo en forma de lenguas de fuego, sobre los apóstoles. ¡No!, surgió de un hecho político concreto: de un fenómeno que prendió en la gente y se hizo “auto exitoso”: fueron las primarias de la oposición que arrojaron un resultado contundente y conocido.

La ganadora no se quedó sentada, MCM se puso a recorrer el país profundo (lo que no ha hecho ningún otro dirigente) y sorteando las amenazas; poniendo en juego el pellejo; viendo como pierden la libertad sus mas cercanos colaboradores, siguió adelante para convertir esa fuerza espiritual en fuerza política, en un Gran Acuerdo Nacional que concitó la voluntad de la mayoría de las fuerzas democráticas venezolanas.

No vamos a contar lo que sabemos y las maniobras del gobierno para eludir el deseo de cambio y de modelar unas elecciones a su medida.

Pero, en su época, eso fue también lo que hicieron el Sanedrín y el Imperio Romano. Recordemos que 33 años antes, Herodes había hecho degollar a todos los primogénitos de cada familia, por temor a que le disputaran el poder.

En aquella época, no lograron detener ese enorme fenómeno humano que cambió el mundo que fue el cristianismo. Ahora bien, ese fenómeno logró lo que logró, porque a la inmensa esperanza de redención, unió la construcción de una organización que fue la iglesia sin lo cual, muy probablemente, el cristianismo hubiese degenerado en una secta más.

La gran fuerza espiritual nacida en Venezuela, como siempre ocurre, esta encarnada en un liderazgo que es el de MCM. Su fuerza está intacta, a pesar de las maniobras. El GAN está en marcha. El gobierno puede poner más obstáculos, puede intensificarlos y hacerlos mas complejos, pero la titularidad del mandato de MC no la puede hacer desaparecer.

Se demostró que la ruta electoral es la que saca de quicio a quienes están en Miraflores. De manera que desde allí es desde donde se tiene que ejercer toda esta fuerza hasta lograr el cambio político que desea la inmensa mayoría de venezolanos, o sea, es desde allí que tenemos que construir nuestro gran Domingo de Resurrección.

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