¿A quiénes pretenden engañar?
La organización apresurada y problemática de unas elecciones que se pretenden presentar como libres e inclusivas, está revelando ser todo lo contrario debido a una serie de obstáculos diseñados para impedir la participación de la candidata que ganó las primarias de la oposición, así como la imposibilidad de postular candidatos alternativos, ya que el Tribunal Supremo de Justicia (TSJ) ilegalmente ha confiscado las tarjetas electorales de los partidos opositores y las ha otorgado a líderes políticos afines al régimen, quienes pueden inscribirse sin restricciones. Resulta llamativo que, a pesar de la presencia de una decena de candidatos potenciales a la presidencia, ninguno logre acumular, en conjunto, un 1% de intención de voto. Además, el proceso de registro electoral avanza a paso de tortuga tanto en el país como en el extranjero.
¿Acaso creen o esperan que estas elecciones logren engañar a la mayoría de la población venezolana o a los países democráticos del mundo? Aparentemente, esto no les importa ni les preocupa, ya que parecen inspirarse en los modelos electorales de Cuba y Rusia, entre otros casos notorios.
El resultado de estas elecciones no conferirá legitimidad al ganador y generará un período de gran incertidumbre y creciente ingobernabilidad en el país, lo que, lamentablemente, acelerará de manera exponencial la emigración.