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Bienaventurados los perseguidos

La octava bienaventuranza nos confronta con un pensamiento al cual es muy difícil adaptar el alma. Nadie quiere ser perseguido, nadie quisiera nunca ser objeto de maltrato, nadie quiere sufrir por expresar su fe y mucho menos padecer alguna clase de daño por vivir de acuerdo al conocimiento de la Palabra de Dios, por defender lo bueno, por hablar sobre el amor de Dios, por ayudar a los desamparados del mundo; nadie quiere ser hostigado por estar del lado de la justicia. 

No obstante, la luz de la vida cristiana inexorablemente produce un inmenso choque con las tinieblas que reinan en este mundo. Entonces, cuando aquellos que tratan de vivir en el reino de Dios, según sus pautas y criterios, actúan inspirados en su fe, pueden encontrarse, en algún momento de su vida, siendo objeto del desprecio y la persecución de aquellos que sirven a las tinieblas. Tal y como pasó a los primeros cristianos durante el imperio de Nerón.

Sin embargo, sabemos de tantos cristianos que en los momentos más duros de persecución han tenido una fuerza sobrenatural para mantener su fe en alto. Como el testimonio que conocí hace muy poco de una mujer llamada Inmaculée quien narra la terrible historia de su persecución en el libro ”Descubriendo a Dios en medio del holocausto de Ruanda”. Ella y y otras siete mujeres pasaron 91 días acurrucadas en un baño de escasas dimensiones en la casa de un pastor. Cuando fue seguro salir, pesaba solo 30 kilos. En total, más de un millón de miembros de su tribu, incluyendo a casi toda su familia, fueron brutalmente asesinados.

Aunque hasta el día de hoy es un debate entre historiadores si la matanza de los cristianos en el coliseo romano fue más un mito que una cruenta realidad, muchos continúan afirmando que realmente hubo cristianos objeto de muerte en la arena del coliseo en Roma. Tal es el caso del profesor e investigador sobre la historia de la iglesia Pier Luigi Guiducci, quien sostiene que gracias a las últimas restauraciones realizadas al coliseo se han encontrado pruebas contundentes de la presencia de los cristianos del siglo III en el coliseo. Pruebas que conducen a una reformulación de la historia.

Lo cierto es que cientos de cristianos de los tres primeros siglos encontraron la muerte asesinados en los anfiteatros, en las catacumbas, en zonas dedicadas a las ejecuciones en el muro de la ciudad de Roma y en sus propias estancias. Sin lugar a dudas, muchos fueron torturados por Nerón en su circo personal. Sin embargo, dejando la historia atrás con sus controversias aun vigentes, sabemos que en la actualidad, los mártires cristianos son más numerosos que en los primeros siglos de la iglesia. Irónicamente, en un mundo con cientos de instituciones que están supuestas a velar por los derechos humanos.

Por una parte, según encuestas realizadas por Pew Research Center (Centro de investigación Banco, banco de iglesia), un centro dedicado a la investigación del mundo religioso a nivel global, la libertad de religión de los cristianos de todas las denominaciones se viola en 144 países. Y de acuerdo a la declaración del parlamento europeo en el informe anual sobre derechos humanos y democracia en el mundo, en diciembre de 2016: “Los cristianos son actualmente el grupo religioso más acosado e intimidado en el mundo. En algunas partes, comunidades religiosas enteras amenazan con desaparecer o huir».  

Por otra parte, entre las fuerzas que promueven la persecución de los cristianos destacan la opresión islámica, la hostilidad política oficial y el nacionalismo de motivación religiosa. Así, mientras los cristianos son vistos como enemigos públicos por los regímenes de China, Vietnam y Corea del Norte; en India y Sri Lanka, los motivos nacionalistas son decisivos para la persecución, afirma la organización evangélica internacional de asistencia «Open Doors” (Puertas Abiertas) quienes cada año publican un reporte llamado World Watch List, reporte en el que revelan datos sobre los 50 países que más persiguen a los cristianos. Según este reporte, grupos fundamentalistas hindúes castigan y persiguen con violencia a los cristianos, principalmente en el estado de Orissa. Y en Nigeria, suceden 3 de cada 4 asesinatos de cristianos. 

Más recientemente, los cristianos están siendo exterminados en Afganistán. Un país que siempre fue hostil a la fe cristiana; dejar el Islam es un acto vergonzoso que debe ser pagado con la muerte. Desde la toma del poder por los talibanes, los cristianos han vuelto a la época de las catacumbas; si son descubiertos como cristianos practicantes sufren terribles consecuencias y muchas veces, sus familias son obligadas a asesinarlos para ‘salvar su honor’. 

Paul Miller, profesor de asuntos internacionales en la School of Foreign Service de la Universidad Georgetown. Ex-director para Afganistán y Pakistán en el Consejo de Seguridad Nacional, dijo a Open Doors con respecto a Afganistán: “Vivimos en un mundo en el que una coalición de las naciones más ricas y poderosas de la historia se convencieron colectivamente de que eran impotentes para detener el descenso de una nación a la anarquía y la barbarie, y como eran impotentes, se contaron a sí mismos el mito consolador de que era algo inevitable, que no podían hacer nada al respecto. Lamento las mentiras que nos decimos a nosotros mismos y los mitos que tejemos para sentirnos mejor con las decisiones moralmente insensibles y cobardes que tomamos”. 

Con las restricciones del gobierno de China debido a la pandemia ocasionada por  el  Covid-19, los 97 millones de cristianos que se calcula hay actualmente en China, han sufrido la violación a su vida privada a través de la vigilancia en sus hogares, directamente por las autoridades. Además, se ha implementado un programa de escaneo de rostros por parte de la oficina de Seguridad pública. Este sistema de inteligencia artificial puede conectarse instantáneamente con otras bases de datos del gobierno como el “Sistema de Crédito Social”, el cual controla la lealtad de los ciudadanos chinos a los principios del comunismo.

El país más duro con los cristianos es Corea del Norte en donde entre unos 50.000 y 70.000 cristianos se encuentran presos en cárceles o campos de concentración. Un informe de United States Commission International for religion freedom, USCIRF, (la Comisión de Estados Unidos para la libertad religiosa internacional) documenta las violaciones ocurridas en contra de los cristianos en los años 2020 y 2021, las cuales, según declaran muchos de los testigos sobrevivientes entrevistados, están diseñadas para no dejar ningún rastro del cristianismo en esa nación. “La campaña para exterminar a todos los seguidores e instituciones cristianas en Corea del Norte ha sido brutalmente efectiva y continúa debido al trabajo del Ministerio de Seguridad del Estado, las redes de informantes que se extienden hasta China, la presencia de campos de prisioneros políticos, ejecuciones, torturas y un sistema educativo y organizativo que disuade la adherencia a través de escuelas, lugares de trabajo y vecindarios”, afirma USCIRF.

El presidente de la asociación cristiana internacional “The Voice of Martyrs” (La voz de los mártires), Cole Richards, expresa en uno de los últimos ejemplares de su revista mensual, un mensaje claro para aquellos que hacen el trabajo del enemigo: “matar, robar y destruir”, señalado por Jesucristo en el evangelio del apóstol Juan (Juan 10:10). Dice Richards, de acuerdo a las escrituras:

Primero, Ustedes son engañados por un enemigo que nos es común, nosotros no los contamos a ustedes como nuestro enemigo. Nosotros conocemos la verdadera identidad de nuestro enemigo: “Porque nuestra lucha no es contra seres humanos, sino contra poderes, contra autoridades, contra potestades que dominan este mundo de tinieblas, contra fuerzas espirituales malignas en las regiones celestiales.” Efesios 6:12.

Segundo, aunque tengamos que huir, nosotros no tenemos miedo de ustedes, porque Dios es infinitamente más poderoso que el enemigo para el cual ustedes trabajan. Nuestra fe en Cristo nos hace no temer lo que ustedes pueden hacernos: “No teman a los que matan el cuerpo, pero no pueden matar el alma”. Mateo 10:28.

Tercero, nosotros consideramos un honor sufrir por Cristo. Llevar el mensaje de amor y de verdad de Cristo es nuestro mayor honor y por ello estamos dispuestos a sufrir, aun a morir: “Así, pues, los apóstoles salieron del Consejo, llenos de gozo por haber sido considerados dignos de sufrir afrentas por causa del Nombre de Jesús.Y día tras día, en el templo y de casa en casa, no dejaban de enseñar y anunciar las buenas nuevas de que Jesús es el Mesías”.  Hechos 5:41-42.

Al saber del sufrimiento de millones de nuestros hermanos esparcidos por la faz de la Tierra, al leer los testimonios de cientos de ellos, los cuales llegan a las manos de estas instituciones de las maneras más insospechadas, me siento tan pequeña, y no puedo menos que elevar una plegaria desde lo más profundo de mi corazón por cada cristiano que en este hora vive el sufrimiento de ser perseguido por su fe, en un mundo que cada día se declara y se siente más moderno, más inteligente y sofisticado; pero, que aun tortura y mata seres humanos por la fe que profesan. El tiempo pasa, el ser humano es el mismo bárbaro alejado de Dios y la historia se repite con más arrebato.

A pesar de todo esto, los cristianos seguimos siendo entusiastas de nuestra fe, como declaró David Curry, presidente y director ejecutivo de Puertas Abiertas: “Las estadísticas acerca de la persecución que sufre el pueblo de Dios en todo el mundo deberían ser una señal de la muerte de la Iglesia. De cristianos guardando silencio, de gente perdiendo su fe y distanciados unos de otros. Pero, eso no es lo que está pasando. Por el contrario, vemos las palabras de Dios reveladas al profeta Isaías llenarse de vida y color: “Estoy abriendo un camino en el desierto, y ríos en lugares desolados”. Isaías 43:19. 

Quisiera terminar con una cita famosa del ex presidente de los Estados Unidos Franklin Delano Roosevelt, expresada en un discurso que dio en la Universidad La Sorbona en París-Francia en el año 1910. Porque estas palabras de Roosevelt afirman mi pensamiento de admiración y respeto por todos los que están allí, en la arena de la vida, al igual que los cristianos de los primeros siglos, esforzándose con valentía, dándolo todo por amor a Dios y a sus semejantes:

“No es el crítico quien cuenta;
ni aquél que señala cómo el hombre fuerte se tambalea,
o dónde el autor de los hechos podría haberlo hecho mejor.
El reconocimiento pertenece al hombre que está en la arena,
con el rostro desfigurado por el polvo, el sudor y la sangre;
quien se esfuerza valientemente; quien erra,
quien da un traspié tras otro,
pues no hay esfuerzo sin error ni fallo;
pero quien realmente se empeña en lograr su cometido;
quien conoce grandes entusiasmos,
las grandes devociones;
quien se consagra a una causa digna;
quien en el mejor de los casos encuentra al final 

el triunfo inherente al logro grandioso,
y quien en el peor de los casos,
si fracasa, al menos fracasa atreviéndose en grande,
de manera que su lugar jamás estará entre aquellas almas

frías y tímidas que no conocen ni la victoria ni la derrota”.


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