El gran carnaval
El título El gran carnaval es de una película de 1951. Un periodista majunche y sin principios manipula para que se prolongue el rescate de un hombre atrapado en una mina y así lograr que su reportaje se mantenga varios días en primera plana. Al final el hombre atrapado muere. En Venezuela, Maduro tiene armado un gran carnaval para intentar prolongar la agonía de su régimen. Quienes ocupan Miraflores están disfrazados de demócratas, para lo cual organizan elecciones a su medida. Los jueces se disfrazan de la diosa justicia, pero interpretan que la balanza que porta Lustitia debe inclinarse siempre a favor del régimen y que la espada es para asesinar judicialmente a los opositores. El Alto Mando hace tiempo está disfrazado con el uniforme militar, disimulando la camisa roja del partido oficialista. Algunos políticos, que son alacranes colaboracionistas del régimen, se disfrazan de opositores.
Algunos asisten por necesidad. Otros para hacerle el juego al régimen. Cabe preguntar quién es quién en este gran carnaval. Hay que entender que los empresarios acuden a las reuniones para sobrevivir. Mientras exista un Estado que decide sobre vidas y haciendas no les queda otro remedio. Tienen la obligación de mantener abiertos sus negocios, no solo para proteger su patrimonio, sino también la fuente de empleo de muchos compatriotas. Necesariamente, eso pasa por atender citaciones a reuniones de quienes detentan el poder. Por ello, no tiene sentido someterlos a la vindicta pública cuando asisten o cuando declaran en términos conciliadores.
Desde luego todo tiene un límite. Por ejemplo, Adán Celis, presidente de Fedecámaras solicitó que se levanten las sanciones porque han empobrecido al país. A lo cual, acertadamente Andrés Velásquez le respondió “qué infeliz declaración, la pobreza y ruina nacional son de la absoluta responsabilidad de los ladrones que están en el poder”. Celis ha podido decir que las sanciones afectan negativamente algunas empresas y que el gobierno debería acordar con la oposición la realización de elecciones libres. También podría callar.
Otro ejemplo es Alberto Vollmer. Admiro mucho a esa familia, particularmente a don Gustavo y a don Alberto, dos grandes venezolanos que lamentablemente ya no están con nosotros. También admiro la sensibilidad social del joven Alberto. En reciente excelente entrevista que le hizo Javier Conde, declaró “que su papá le recomendó no tratar de ganarle al sistema, ya que este te va a ganar”. Él debería tomar en cuenta que esa recomendación la hizo don Alberto cuando en Venezuela había democracia. Desde luego, no pedimos que sea frontal contra el régimen, pero saludar a Maduro con el puño en alto y reír a carcajadas con Jorge Rodríguez no es constructivo. Una cosa es tener una relación con quien detenta el poder y otra es aplaudir a quienes violan los derechos humanos.
Mencionamos estos dos casos porque son ciudadanos trabajadores que han construido su patrimonio con esfuerzo propio. Hay otros empresarios, o mejor dicho seudo empresarios, que están cerca del régimen solo para hacer dinero mal habido.
En el caso de los políticos que se han acercado a Maduro, la opinión pública los censura. Hay unos que definitivamente son fichas del régimen, que les regaló una diputación, como Didalco Bolívar, Timoteo Zambrano, Bernabé Gutiérrez, Luis Augusto Romero, Javier Bertucci, Luis Parra, José Brito, Ricardo Sánchez, Miguel Salazar Rodríguez, Juan Carlos Alvarado y Luis Eduardo Martínez H. En este grupo incluimos también a Claudio Fermín. De todos no se hace uno.
Hay otro grupo, integrado por Gustavo Duque, Antonio Ecarri, Leocenis García, Gloria Pinho, Daniel Ceballos, entre otros, que coquetean con el régimen vaya usted a saber con qué intención. Me extraña y lamento que Agustín Berrios asista a esas reuniones en representación de Benjamín Rausseo, conocido como el Conde del Guácharo, quien dijo que participaría y respetaría los resultados de la primaria y después se rajó y se lanzó como candidato, lo cual es reprochable. Elsa Castillo llamó la atención por su defensa del magisterio, pero debe entender que cinco minutos de exposición ante los medios no son credenciales para aspirar a la presidencia.
Un tercer grupo, conformado por quienes aceptan el veto de Maduro a María Corina, predica que ella debe tirar la toalla y entrar en conversaciones para designar un sustituto. Entre ellos hay bien intencionados, a quienes nos permitimos sugerir que tomen en consideración que los gobiernos y parlamentarios de los principales países democráticos han declarado que debe respetarse el Acuerdo de Barbados y que María Corina debe poder inscribirse como candidata. Los malintencionados son los que, por interés propio o de terceros, no aceptan que fueron desplazados de la política. Tiran la piedra y esconden la mano. ¿Sergio Garrido, el gobernador de Barinas?
El gran carnaval de Maduro terminará cuando se realice la elección presidencial, que con presión nacional e internacional debe permitir que María Corina participe.s
Como (había) en botica
- Ojalá cuando salga este artículo la canalla haya puesto en libertad a Rocío San Miguel, valiente defensora de los derechos humanos. Este caso y la agresión en Charallave a María Corina y a su equipo evidencia que la llamada furia bolivariana es solo cobardía madurista.
- ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!