Petróleo y estanflación
La economía mundial seguirá gravitando sobre la dependencia del petróleo en la próxima década dado que las energías alternativas todavía necesitan enormes subsidios como para ser viables en los países en vías de desarrollo, la práctica del fracking suscita recelos medioambientales y la inercia de los activos petroleros no permitirá que las grandes compañías abandonen sus equipos e infraestructura actuales.
Declive de la producción de crudo
Según la Asociación para el Estudio del Petróleo y el Gas, (ASPO), la producción mundial de crudo convencional habría iniciado ya su declive, fenómeno que se explica a través de los métodos de análisis del geólogo King Hubbert sobre la producción de petróleo de los Estados Unidos, método conocido como la «curva de Hubbert» .
Así, la producción actual de petróleo proviene en más de un 60% de campos maduros,(que tienen más de 25 años de ser explotados de manera intensiva) por lo que las nuevas prospecciones se realizan en regiones más remotas (Ártico, Amazonas) con mayor coste productivo (120 $) y menor rentabilidad, amenazando en muchas ocasiones a reservas y parques naturales (Ártico, Alaska, Amazonas) y siendo el desfase, entre el consumo mundial y los descubrimientos de nuevas explotaciones, abismal (en una proporción de 4 a 1).
Efectos colaterales de la escalada del petróleo
La Agencia Internacional de la Energía (AIE), en un informe titulado «Perspectivas mundiales de inversión en energía», advierte que será necesario invertir 48 Billones $ hasta el 2035 para cubrir las crecientes necesidades energéticas mundiales.Los principales países desarrollados cuentan con reservas estratégicas de petróleo que destinan exclusivamente para uso en situaciones críticas para garantizar el consumo interno durante un par de meses, pero según el Departamento de Energía de EEUU, las reservas en dicho país habrían sufrido un brutal descenso del 20%.
Asimismo, los inventarios mundiales habrían sufrido una caída en el segundo trimestre de 57 millones de barriles , lo que aunado con el recorte de producción pactado entre Rusia y la OPEP hasta finales del 2024 y la falta de resolución del contencioso iraní, han provocado un déficit diario de 1´5 millones de barriles al día en el 2023 y una peligrosa «ansiedad de oferta» para incrementar los inventarios de los países, originando la escalada del crudo Brent hasta superar los 90 $ el barril.
Ello tensionará hasta el paroxismo las tasas de inflación en EEUU y la UE, lo que tendrá como efecto colateral el incrementos del precio del dinero por parte de los Bancos Centrales y la asfixia económica de incontables países con una Deuda Pública estratosférica. Asimismo, el incremento espectacular del precio del crudo podría originar una psicosis de desabastecimiento que tendrá su reflejo en un salvaje encarecimiento de los fletes de transporte y de los fertilizantes agrícolas.
Dicha situación sumada a inusuales sequías e inundaciones en los tradicionales graneros mundiales y la consecuente aplicación de restricciones a la exportación de commodities de dichos países para asegurar su autoabastecimiento, terminará por producir el desabastecimiento de los mercados mundiales, el incremento de los precios hasta niveles estratosféricos y la consecuente crisis alimentaria mundial, no siendo descartable la posterior entrada en recesión de las principales economías tractoras mundiales que desembocaría en un peligroso escenario de estanflación secular.