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El dragón nació para morir, tú para matarlo

Existe una fuerza y vitalidad inmensurable dentro nuestro, algo que asombraría hasta los más valientes guerreros e intrépidos personajes de la historia. Es la razón de por qué creamos máscaras en nuestra infancia, que con la “costumbre” se convierten en nuestra personalidad. De bebés tenemos una conexión casi directa con el potencial infinito que somos; ver todo a la vez es demasiado avasallante y nuestras carnes no pueden procesarlo; por ende creamos filtros y ellos determinan lo que vemos, sentimos y finalmente buscamos… en tiempo concluyendo en la vida que nos forjamos.

Los antiguos llamaban al Corazón el centro del Ser, quizás es ese Todo que experimentamos de bebés, donde reside la esencia de lo que en verdad somos, el verdadero hogar al que anhelamos volver y encontrar la paz.

Estamos conectados para percibir errores

Desde que éramos sólo mamíferos sin consciencia alguna, nuestro primitivo cerebro aprendió a reconocer patrones y destacar los elementos fuera de sintonía en ellos; sobrevivíamos en la sabana de África por esa habilidad perceptual y evitábamos a depredadores antes de que se nos acercaran. Contemporáneamente le llamamos a dicha capacidad Pareidolia (derivada etimológicamente del griego eidolon (εἴδωλον): ‘figura’ o ‘imagen’ y el prefijo para (παρά): ‘junto a’ o ‘semejante a’)​ [Wikipedia]

Con el avanzar de la consciencia vinieron otras “habilidades” que combinadas con Pareidolia nos permiten autoengañarnos; a los que me refiero son los Mecanismos de Defensa (S. Freud) donde, por ejemplo, aquello que es doloroso o adverso en mí lo reprimo o lo proyecto. Por ello ver problemas afuera es una increíble oportunidad, reconocer como los demás “no dicen la verdad” o “se engañan a sí mismos” o “son depredadores o víctimas”… afuera es una película que estoy creando y me guiará a mi falta de integridad y temas a gestionar en mí si así lo decido.

Hay un dragón en tu vida, es la fuente de toda la fealdad y maldad allá afuera. En ti puede que lo veas pequeño o que sea un monstruo de proporciones épicas; yo apuesto a que si crees que es pequeño te prepares, porque sólo le has visto una o dos escamas. El error que cometemos cuando comenzamos el camino hacia descubrir quién somos, es que creemos que somos el dragón, terminamos sintiéndonos culpables, menospreciándonos y hasta maltratándonos… yo lucho contra ello cada día, es una batalla continua. Tú no eres el dragón; tus errores de vida, acciones reprensibles, traiciones y todo lo que has hecho que cosechas en forma de vida en tu experiencia, son el resultado de lo que tu identificación con tu máscara (personalidad) ha hecho con las circunstancias que has vivido. Sin embargo, no te confundas, están soldadas a tu piel y desconectarte de ellas te será duro.

La pelea con el dragón es la batalla por tu libertad

En el análisis final la vida hace de todos nosotros víctimas, no necesitamos buscar depredadores allá afuera, al final la Vida te va a matar. Tu trabajo, si decides aceptarlo, es sólo reconocer dónde te estás mintiendo, reconocer cuándo no estás siendo honesto, estás falseando la realidad para evitar sus consecuencias eminentes… ¡nada más! Eventualmente asumirás responsabilidad y, como dicen en España, dejarás de “escurrirás el bulto”. Un escritor, maestro de meditación y asistente de personas en procesos de enfermedad terminal y muerte, Stephen Levine decía que el único trabajo para radicalmente transformar tu vida era reconocer lo que está pasando en cada momento, tu Ser ya se encargará de poner todo en su lugar. Recuerdas ese talento que tiene nuestro cerebro de reconocer patrones, si determinas con suficiente fuerza “querer conocerte”, no te quepa la menor duda de que la consciencia misma lo utilizará para desenmarañar la tela de araña que te tiene atrapado.

El resultado de ver en quién te has convertido: la culpa, el sentido de minusvalía, el menosprecio hacia ti mismo… no lo cargues, ¡Déjalo! cae por su propio peso si no lo llevas a cuesta. Créeme ya tengo un rollo de esa cabuya. Esas migas en el camino de tu vida, esos errores que has cometido, los defectos de carácter que te definen hoy en día, son las pistas que debes seguir para conocerte y eventualmente perdonarte.

La puerta de entrada para descubrir quién eres

Vamos por pasos, las migas en el camino de tu vida te llevan a una puerta, dicha puerta es muy estrecha… por ello dicen: los caminos para perdernos son infinitos, pero para encontrarnos es uno y muy estrecho. Si lo haces bien, vas a encontrar al dragón, ese es El Guardian, el ángel con espada de fuego a la puerta del Jardín de Edén donde están el Árbol del Conocimiento y el Árbol de la Vida.

El trayecto que haces recogiendo las migajas que deja el trayecto de tu vida, el asumir responsabilidad por ello, te entrena para que adquirirás valor, destreza, osadía, discernimiento, tolerancia al dolor, capacidad de enfrentar adversidad. La combinación de todo ello es tu escudo para la batalla que tendrás que librar con El Guardian de La Puerta. Más aun, es precisamente ordenar tu vida y asumir responsabilidad en ella, lo que atrae al dragón, porque él bien sabe qué es eso lo que te hace llegar a la puerta y no dejará que cualquiera entre.

La Espada para matar al dragón nadie puede decírtela, tienes que descubrirla tú mismo. Para todos es diferente, porque tiene un vínculo contigo y con lo que has construido con tu vida. Te adelanto que todas las facultades y fortalezas que descubras en el camino, te permitirá la osadía y el poder para romper aquello que crees que eres… es con esas piezas que forjas la espada con la que enfrentas a tu dragón.

Llegar a esa batalla es el trabajo de la vida, lo que nos dicen todos los Maestros y Sabios de la historia, es que la batalla ya está ganada… quizás resultará en tu muerte, sea esta corporal o vital, pero habrás hecho el camino que necesitabas para avanzar tu vida y a toda la creación a su fin. Recuerda…

Todos los dragones allá afuera son el espectro del que llevamos dentro. No puedes enfrentarle afuera si no resuelves el adentro. Pero hay una buena noticia: el dragón nació para que le mataras y sacaras los tesoros que ha acumulado. No hay edad para comenzar esta maravillosa aventura, tampoco hay un tiempo, puedes tener quince años y tardar toda una vida, o ser un viejo y estar en tu lecho de muerte; libra esta batalla y recibirás el Tesoro de la Vida: Ser quién viniste a ser.


EPILOGO: ¿Por qué escribo en español a mis compatriotas venezolanos?

Creo firmemente que los países y sus errores no pueden repararse a través de las personas que los han causado. Creo que está en manos de las personas normales, que trabajan y sufren las consecuencias de esos “errores”, en evolucionar y transformarse para levantar la vibración de su entorno y abrir puertas que nos muestren cómo otro mundo es posible.

La Fe no es sólo creer lo que no se ve, es creer que hay una bondad en la estructura del universo que me impulsa a que yo llegue a donde tengo que llegar. Hay creencias que obstaculizan y otras que nos ayudan. Creer que yo, individualmente, tengo algo que aportar para cambiar la realidad de un país me ayuda a mí, a mi familia, a mi entorno. Aunque puede parecer inocente frente a la creencia de que el mundo es de los malvados y de aquellos que controlan el poder, me empodera y me permite fortalecer mi carácter y avanzar para librar la Batalla que, de por sí, es la vida.

Yo creo que la transformación de un país se hace una persona a la vez… y ¡TÚ ESTÁS SIENDO LLAMADO A ESA AVENTURA!

El próximo martes

¿Quién rayos es el adolescente?

Decimos continuamente que la juventud es el futuro, pero ¿estamos moldeando nuestra relación con ellos para que pueda nuestra cultura avanzar sin totalmente caer con todos los obstáculos que están en el camino? ¿Qué puedo hacer yo como adulto para ayudarles?

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