Corrupción y fidelidad “revolucionaria”
Aunque la narrativa del Gobierno carga la culpa absoluta de la situación económica en el país a las sanciones internacionales, que evidentemente tienen un peso, obvia en forma olímpica la importancia de la corrupción como mecanismo de expoliación de recursos tan importantes para el desarrollo del país.
El asunto de la poca transparencia en el manejo de los fondos públicos es un mal tradicional de Latinoamérica y tiene que ver con la debilidad de sus instituciones. El Índice de corrupción elaborado por la Sociedad de las Américas/Consejo de las Américas (AS/COA por sus siglas en ingles) y Control Risks, deja evidencia de la situación. De 15 países latinoamericanos que estudiaron, 10 vieron una caída en sus números.
El índice analiza 14 variables, como la independencia de las instituciones judiciales, los recursos para combatir la corrupción y el estado de la prensa independiente. El empleo de estas variables explican por qué Venezuela está a la zaga, con organismos como la Contraloría General y el sistema judicial absolutamente partidizados y un Parlamento que decidió renunciar a su función de control.
No hay excusa para no combatir a la corrupción y a los corruptos, y más bien la permisividad para el asalto a los fondos públicos se han convertido en un mecanismo para garantizar la fidelidad “revolucionaria”, mientras miles de millones de dólares se pierden en el entramado y el Gobierno sigue repitiendo: “Las sanciones, las sanciones”.