Gustavo Petro cumple un año al frente de Colombia entre penas y gloria
Hasta ahora el mayor logro de Petro en Colombia ha sido lograr el mayor cese al fuego bilateral pactado con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN)
Este lunes 7 de agosto el primer presidente de izquierda en Colombia, Gustavo Petro, cumple un año en el poder, bajo la sombra de un escándalo que se ha desatado en los últimos días con la detención de su hijo, Nicolás Petro Burgos, acusado de lavado de dinero y quien aseguró que la campaña presidencial de su padre contó con financiamiento del narcotráfico. Aunado a ello, las reformas de cambio impulsadas por el mandatario neogranadino se han quedado estancadas, mientras que se aferra a la paz total con los grupos irregulares de la guerrilla.
Este primer año de Petro se ha caracterizado por la simbología. Su primera orden presidencial fue sacar la espada de Bolívar en eventos oficiales a la Guardia Indígena, pasando por gobernar durante una semana desde La Guajira, el departamento con las mayores tasas de pobreza.
Símbolos necesarios para poner en la palestra a la población que ha sido invisibilizada acompañados de eternos discursos -su seña de identidad- que desgranan las heridas y cicatrices del país y sus causas, pero que no han sido aterrizados en políticas concretas, según destaca Efe.
“El Gobierno ha mostrado una voluntad de cambio, ha sido un Gobierno terco y obstinado en hacer aprobar unas reformas a la salud, a las pensiones, al mercado de trabajo”, manifestó el profesor de Ciencia Política de la Universidad de Rosario, Mauricio Jaramillo, quien sostuvo además, que el gobierno de Petro no ha podido hasta ahora concretar el mandato de la gente y el cambio que tanto anhelan.
Las principales reformas están aún por aprobar en un Congreso donde los partidos tradicionales empezaron apoyándolo pero ya no tiene mayorías y el escándalo de su hijo puede restarle más apoyos.
Aniversario agridulce
Y es que en vísperas de su primer año al frente de Colombia, su hijo, Nicolás Petro Burgos, ha sido imputado por la Fiscalía, tras ser señalado de cometer delitos de lavado de activos y enriquecimiento ilícito.
La Fiscalía aseguró el jueves que Petro Burgos había confesado que parte del dinero recibido de un narcotraficante y un empresario acabó en la campaña presidencial, pero su hijo fue enfático ayer en una entrevista con Semana: “ni mi papá ni el gerente de la campaña, Ricardo Roa, sabían de los dineros que recibimos Daysuris (su exesposa) y yo de Santander Lopesierra y de Gabriel Hilsaca”.
Y es que precisamente el líder izquierdista desarrolló su carrera presidencial denunciando a las élites políticas tradicionales y los vínculos de éstas con el narcotráfico y el paramilitarismo, y aunque en el Congreso ya tiene una investigación en fase previa, no se espera que dé un paso al costado.
“Nada ni nadie puede detener la lucha de toda una vida contra todas las formas de corrupción, y el Gobierno continuará sin distracciones su tarea y compromiso por una Colombia mejor”, manifestó con aplomo Petro.
Camino espinoso
El profesor universitario Mauricio Jaramillo, indicó: “¿Cuál es el problema de que Petro dé un paso atrás, recule, haga un acto de constricción? Que de alguna manera va a ser asumido como la aceptación de la culpa, de la responsabilidad”. Sostiene además que el mandatario colombiano se va a mantener en la línea de que hay una Fiscalía politizada, lo que a su juicio “es cierto”, y que además hay un establecimiento que no lo quiere a él como presidente.
Reconoce además que este escándalo ha trastocado un poco a Petro. “Va a ser difícil reponerse”, dijo Jaramillo, quien además asegura que esto no impactará en la agenda de Gobierno ni tampoco le hará perder apoyos.
Hay que recordar que Gustavo Petro inició su gobierno con el firme propósito de lograr un acuerdo nacional, todo ello partiendo de los diversos ministros que llegaron de diferentes corrientes políticas de centro y de izquierda, pero en 12 meses ha cambiado a 11 de ellos, además se espera que haya uno más en el aniversario, también han salido críticos como Alejandro Gaviria (Educación) o José Antonio Ocampo (Hacienda).
Esa primera unión y el apoyo de los partidos tradicionales le permitió aprobar una reforma tributaria que le da buenos resultados económicos al Gobierno, pero la desunión comenzó con disensiones en las reformas sociales, sobre todo en la de salud, con la que se pretende llevar mejores servicios a zonas remotas pero que le quita poder a las empresas que ahora la gestionan.
Se ha llegado, según el exministro Gaviria, al “fracaso de la idea de gabinete plural y la idea de un Gobierno de coalición y no hay una alternativa, no hay todavía una idea clara de si se va a volver a tener una coalición en el Congreso y eso pone un signo de interrogación sobre algunas de las reformas que el Gobierno quiere aprobar”.
Sin duda alguna, a lo largo de este año, el mayor logro de Petro es la paz total de Colombia.
El mandatario neogranadino dará inicio a su segundo año de gestión con el mayor cese al fuego bilateral pactado con la guerrilla del Ejército de Liberación Nacional (ELN) y, tras algunos baches, con la intención de apretar el acelerador en la negociación para conseguir un acuerdo de paz antes de que acabe su mandato en 2026.
En junio, en La Habana, puso fecha para el fin del conflicto: mayo de 2025, pero el jefe negociador del Gobierno, Otty Patiño, cree que la firma de la paz con el ELN podría ser en 2024 para tener tiempo de empezar a implementar el acuerdo y no suceda como con el de las FARC, que llegue un Gobierno que no crea en él y no lo implemente debidamente.
Sin embargo, la paz en Colombia es un terreno complejo y la ambición de Petro le puso a negociar a la vez con cinco grandes grupos armados y muchas otras bandas criminales y urbanas, en un panorama donde las masacres y los asesinatos de líderes sociales siguen sucediéndose casi diariamente y las comunidades siguen siendo las principales afectadas por el conflicto.