Qué manía de “suicidarse en primavera”
Como recuperar la democracia perdida es la ilusión permanente que palpita en las cavilaciones de los venezolanos, lo cual determina un reto crucial para quienes están encomendados a reconducir a un país sobreviviente, quien clama prive la sensatez y la madurez de la clase política opositora ante la menor oportunidad que se presente.
Ahora bien, durante el siglo XXI variados fueron los lances desperdiciados por quienes han recogido el guante de las citas con la historia, para luego ser derrotados por un régimen felón que ha aprovechado las querellas internas y los galimatías de una oposición, en cuyo seno han prevalecido los proyectos personales superpuestos a la aspiración de un país sediento de libertad, democracia y de condición humana.
Henos aquí ante una nueva oportunidad frente a las elecciones presidenciales del venidero 2024, y al mismo tiempo observando en las primeras de cambio la demostración evidente de las carencias opositoras frente a la condición fundamental para derrotar la dictadura, como lo es lograr la más amplia unidad de todos los sectores políticos, económicos, académicos y sociales del país para mediante el voto expulsar del poder a la infamia gobernante.
Como telón de fondo se pone a prueba la participación del CNE como organismo contralor del proceso, que traduce la verdadera diferencia entre las corrientes opositoras en como considerar al régimen autoritario en cuestión, para unos es una tiranía, una dictadura, para otros merece una calificación genérica autoritaria.
Aquí está el meollo de la divergencia ya que estando frente a un régimen que ha torturado y asesinado en múltiples oportunidades a miles de venezolanos, entre ellas las más notables protestas de 2014 al 2017, ha secuestrado los poderes públicos, ha cerrado a placer medios de comunicación, ha perseguido a la disidencia a nivel nacional e internacional, ha producido el éxodo más gigantesco de la historia continental, ha robado y corrompido los recursos nacionales, ha envilecido el alma nacional, y en ese orden ejecutor de maldades inimaginables ¿por qué no calificarlo como dictadura?
Por tanto, convocar a unas primarias bajo el auspicio del CNE es condenarlas a la abstención, debilitando de paso con una exigua votación al candidato triunfante. ¿Por qué no se aprende de la experiencia de las primarias de 2012? donde no hubo captahuellas, cuando se incineraron los cuadernos de votación que permitieran elaborar una nueva lista de Tascón, convirtiéndose en un acto autónomo y de rebeldía del pueblo venezolano frente al régimen tiránico de Hugo Chávez.
Ante tales circunstancias resulta asombroso incluso que el candidato de AD se plantee “Maduro es una persona que lamentablemente hoy en día le ha dado la espalda al pueblo de Venezuela. Yo no puedo decir que es un dictador, ni que es un tirano, porque quizás una tiranía es mucho más allá. Maduro es una persona que ha irrespetado la democracia, que ha irrespetado la Constitución” (10/05/2023 EVTV-Miami). Esta opinión proveniente de un representante de un partido que construyó parte de su historia luchando contra dictaduras, tiranías no solo de Venezuela, también a nivel continental, deduce lo extraviado que está un sector de la oposición venezolana.
Las primarias no deben ser concebidas como un acto administrativo para elegir un candidato, va mucho más allá, es un acto de rebelión cívica de la población venezolana contra una tiranía que pretende borrar al país de su destino democrático, como dijera un migrante en la ciudad del Paso, EE. UU. “no regreso a Venezuela allá no hay futuro”. (10/05/2023).
Una vez más un sector de la oposición venezolana alguna vez agrupado en la Coordinadora Democrática, MUD o G-4 pretende imponer sus decisiones sobre lo que piensa la mayoría de la población, que exige garantías para poder participar en las primarias. De lo contrario como ya es conocido se le estaría haciendo la cama al tirano para que “legalice” y extienda su mandato hasta 2030.
No olvidemos que la estrategia fundamental en cualquier circunstancia se centra en lograr la chispa que encienda la pradera. Existe una población esperanzada en buscar un cambio, como escribiera el poeta español el republicano Alejandro Casona (1936), eso no se conseguirá matándose en primavera ello consistiría en un insulto a la naturaleza.