Y Putin cruzó el Atlántico
En febrero de 2022 escribí un artículo titulado ¿Sólo quiere el Dombás? en el que alertaba acerca del histórico expansionismo ruso justificado, en esta oportunidad, por Vladimir Putin con la falaz argumentación según la cual es su obligación defender la vida e intereses de la población ruso parlante asentada en Ucrania, hostilizada por los cuerpos de seguridad ucranianos.
Tal ha sido el argumento con el cual ha pretendido dar soporte a la agresiva sin razón, de haber ordenado a su ejército avanzar sobre la frontera ruso-ucraniana, dando continuidad a la invasión de un país territorialmente más pequeño, con menor pie de fuerza y disponibilidad de armamento en la cantidad y actualización para su defensa y contrataque. Pero le salió la “criada” respondona, según nuestra expresión coloquial.
La invasión moscovita había comenzado con el asalto y anexión de Crimea; península donde Rusia tiene apostada, en el estratégico puerto de Sebastopol, la importante flota del Mediterráneo, con base aérea incluida y suficiente fuerza terrestre, equipada como para la ocupación del territorio en pocos días. Pero, como ya hemos dicho, le salió “la criada respondona”. A fecha no han podido consolidar posición estable ni en el territorio por donde comenzaron la agresión.
Pero estemos claros, la vocación expansionista no quedaría satisfecha con la anexión del Dombás, ni siquiera con la totalidad de Ucrania. El antepasado cosaco-comunista le impone ocupar los países que la URSS mantuvo secuestrados por 40 años, para colindar con la democracia occidental y consolidar posiciones que faciliten el propósito de dominio mundial y cruzar el Atlántico, lo cual no requiere de mayores esfuerzos para comprobarlo. No es por el dolce fare niente, al que invitan las cálidas aguas del Caribe, que el señor Serguéi Labov, funcionario de mucho peso en la nomenklatura del Kremlin e inamovible Ministro de Relaciones Exteriores, realizó el tan extenso cuan intenso periplo por Guyana, Venezuela, Nicaragua y Cuba. No, eso más bien semeja una tarea congruente con la preparación y aseguramiento de un territorio para la huida, así como términos para la defensa mutua, con los gobiernos atados a la coyunda autoritaria y guerrerista de Vladimir Putin, similar al que mantiene con Cuba desde tiempo de la Guarra Fría, que garanticen lealtades cuando el enfrentamiento armado trascienda los límites ucranianos y la posible tercera guerra mundial sea una realidad, según presunta declaración a la prensa internacional de Dimitri Medvédev y exponga, frente a Moscú, la horrenda cara de la devastación ¿nuclear incluida?
Ahora bien, también podría ser que Putin proyecte, en caso extremo, desafiar a USA en su patio estableciendo en uno de los países que le son afines Comando General de Operaciones y dotarlo de personal y equipamiento de última generación; lo cual restaría capacidad de apoyo tanto a la Unión Europea, en la eventualidad de un enfrentamiento total con Rusia, así como a la defensa de Taiwán y en el previsible enfrentamiento con China.
Es posible que en el portafolios haya traído innumerables proyectos que, a no dudarse, envejecerán en la oscuridad de innumerables gavetas. Las guerras consumen ingentes volúmenes de oxígeno financiero y a Rusia le está escaseando. De allí que no sea previsible que anteponga ayudas para el desarrollo de países bajo su control, ante las exigencias de su guerra.
La aventurera guerra de expansión, la ha colocado al borde del colapso. Ojalá el estrepitoso fracaso que se barrunta, haga que el pueblo ruso y sus fuerzas armadas despierten del milenario sueño imperial exacerbado por Putin, para que la paz pueda arropar, sin sobresaltos, los pueblos de la tierra.