¡La Cumbre de Petro y la difícil intolerancia!
El momento político en Venezuela ha llegado a un punto de intolerancia tal en gravedad, que es difícil tratarlo con paliativos políticos convincentes, ya que la tal intolerancia se apoderó hasta de los intelectuales que antes decían que dejaban la política en manos de los líderes de los partidos, sin darse cuenta que estos desaparecieron, como fue el pronóstico, desde que la desidia partidista desmembrada en múltiples partidos, creyó que era buena política la del engaño con el fraude electoral, la abstención y el mutuo ataque entre los mismos líderes.
Se lo advertimos, ¡nunca el engaño es bueno en política, porque cuando se descubre uno cae toda la trama como fichas de dominó! ¡Aunque lo pareciera, la política no es un juego, es lo más serio de la sociedad, descubierto desde la antigüedad por los más grandes eruditos! ¿Recuerdan aquello de que el hombre en un animal político? Si, lo dijo Aristóteles, ¡solo las bestias no son políticas!
Así, retomando el tema que queremos tratar, decimos que esta multidisparidad política que vive Venezuela ha crecido como la hierba, nos ha traído a este desfase, que ojalá podamos enmendar en el poco tiempo que nos queda en este cacareado y traumático proceso electoral; todo es intolerancia, incredulidad y desidia, pero lo más grave es que surgió con ella una negatividad opositora, que cree en todo lo que se diga contra “el régimen” y contra “Maduro”, como si sus personas son las que conducen al país y manejan todos los recursos económicos y financieros necesarios para el desarrollo de la vida en los pobladores del territorio. No se dan cuenta, que con las manifestaciones anti electorales y constituyentitas de los últimos años, se logró ese enredo engañifa, que nos condujo a la intolerancia entre pares. Así, todo los que se haga por los líderes de la Unidad es tomado como engaño y culpado de baladí. De allí surge la intolerancia que mencionamos, pero lo más grave es que hasta se justifica y se ataca a quien quiera contradecir las absurdas aseveraciones de quienes del confín del mundo nos atacan con escarnio y sin descaro. ¡Sin dudas, como siempre, debe triunfar la razón! Lo lamentable es el reducido número de personas que luchan contra este flagelo.
Este introito lo hacemos, para esbozar el descarnado caso de la reciente “Cumbre de Petro”; la que sin dudas generó una realidad ineludible, esa realidad del ataque a la intervención de un grupo de países que han impuesto medidas o acciones contra la economía del País, generando y agravado la crisis que existe por el error político del pasado, que es al que nos referimos. Olvidan los más interesante logrado en las cumbres que generaron creación de la ONU y de la OEA: “Unir esfuerzos para ayudar a los países asociados a superar sus deficiencias, hacerse económica suficientes y abandonar el estado de miseria”, pero lo más importante creado en procura de la paz verdadera, después de la Segunda Guerra Mundial, fue el cese del imperialismo y la no intervención política en los estados asociados. ¡Para el buen entendedor pocas palabras! Pareciera entonces que esto se logró en la Cumbre.
Para los connacionales intolerantes se nos ocurre recordarles, que grave drama del presente surgió de un grupo de militares, quienes creyeron que Venezuela requería de sus servicios políticos para hacer un buen Estado. Estos militares desconocían, que justamente el militarismo y los gobiernos militares fueron los causantes de que no surgiera la democracia a su máximo nivel. Este tema llama a la reflexión, no solo de militares, sino de aquellos que creen que conocen el espíritu y orientación de la política democrática.
Sobre el tema hemos escrito varios articulo y en este espacio solo decimos que: desde la Independencia, Venezuela ha sido un país sin estabilidad política. Liberada del yugo español cayó en manos del caudillismo criollo, al comienzo con los propios gestores de la Independencia, transformándose luego en un personalismo hegemónico y nepótico. Posteriormente sufrió el trauma que dividió la República políticamente con la Federación, lo que perduró por muchos años hasta caer nuevamente en el caudillismo personalista, mayormente militarista, hasta que en 1958 se transforma el sistema político en una democracia que perduró por cuarenta años, cuando vuelve el caudillismo militarista, lamentablemente endeble y diferente a los anteriores, caracterizado por una aberrante demagogia calificada como “socialismo del siglo XXI”.
Sin dudas, cualquier estudio histórico que se haga arrojará como causa de este desfase retrógrado en el sistema de gobierno, a tres elementos fundamentales, la multiplicidad de partidos políticos, la incapacidad intelectual de muchos candidatos y la falta de orientación política, que condujo al debate por una antipolítica que dejó el agrio sabor de rechazar todo, donde la confusión llevó a la presidencia a un militar que había incursionado en un intento de golpe de estado fracasado, pero que con una hábil y aguda viveza e ignorante comunicación utilizó el populismo y el odio a los políticos anteriores, conformando un partido político (Partido Socialista Unido de Venezuela PSUV), que quiso hacerse a imagen del sistema de gobierno de Cuba, con lo que logró mantenerse en el poder hasta su muerte. ¡Hay mucho más!