Se acabó lo que se daba

Hubo un tiempo cuando Venezuela era una potencia petrolera que ingresaba importantes cantidades de dinero para beneficio de todos quienes habitamos estas tierras, cuando este país era gobernado por venezolanos de prestigio internacional, cuando hasta las personas con menores recursos económicos podían hacer compras en Europa y Estados Unidos, cuando podíamos cambiar nuestros vehículos cada pocos años, cuando los cines venezolanos estaban a tono con los estrenos mundiales, cuando si usted quería café o chocolate criollos los compraba o si prefería colombiano o suizo también los compraba sin problema alguno, cuando Venezuela era país estimado y respetado en el mundo.

Eso se acabó, la verdadera revolución fue poner a los venezolanos a buscar algo qué comer en las bolsas de basura, construir feos edificios en Las Mercedes, transformar a los venezolanos de receptores y empleadores de inmigrantes en emigrantes que viajan a implorar la comprensión de países extranjeros.

Lo mejor de la revolución que nos arropa desde diciembre de 1998 es el fracaso estruendoso de esos mitos nacionales que son los militares, el castrismo y que es imposible quebrar a una gran empresa petrolera.