Complicidades a cambio de silencio
El ejercicio indecente de la política, comienza en el engaño mutuo y termina en la complicidad compartida. Y viceversa.
A tanto llega la reciprocidad, que el ambiente bajo el cual se establece esta relación de colaboración entre quienes fungen de cooperantes ante la maquinación de una misma intención, además malévola, confunden sus discursos. No se sabe cuál discurso es de uno o del otro. Lo cual ocurre, particularmente, por causa de la similitud o uniformidad que sus arengas describen y apuntan.
Es el problema que evidencia el ejercicio de la política toda vez que sus actores se hallan sumergidos en el mismo charco de perversidad o maldad que identifica sus actitudes. O sea, comparten sus arrogancias, embrollos, arrojos, odios, resentimientos y hasta las porquerías con las que cotidianamente tropiezan. Asimismo, se ayudan mutuamente para disfrutar cada avatar entendido como triunfo alcanzado. Todo, gracias a la complicidad política que los conecta y amarra del mismo tronco.
Tristemente, frente a situaciones de tal categoría, no cabe otro exordio que mejor conciba lo que simboliza el contubernio entre quienes sin delegación de responsabilidad se arrogan la representación del alto gobierno. Mucho menos, de la oposición democrática nacional.
Con cualquier cuento que sirva de engañifa, se ha pretendido organizar la enésima versión de una Negociación entre agentes gubernamentales y agentes opositores. Ello, con el manido argumento de lograr un presunto al cual denominaron: “Acuerdo Social para la protección del Pueblo venezolano”. El mismo, dirigido -cuando más- a paliar los múltiples problemas que tienen al país en ascuas. Mejor dicho, tienen al país apisonado en el fondo del abismo.
Por un lado, es propio dar cuenta de que el pluralismo al que refiere el concepto de “Estado democrático y social de Derecho y de Justicia”, aludido en el segundo artículo de la Constitución de la República, se ve vulnerado. Y de modo flagrante. Con la excusa de negociación “tramada”, se busca de manera solapada carcomer con mayor voracidad la democracia venezolana. O lo que, escasamente, queda de ella.
¿“Arreglo” forjado por mampuesto?
De entrada, la lectura de tal manifiesto de complicidad, da cuenta de lo siguiente. Aunque sirve de premisa, cuestionar reconocimientos anteriormente realizados en contrario a lo que recién ha sido impugnado por la oposición nacional. Esta observación, tiene que ver con la hipocresía y alcahuetería demostrada al considerarse dicho “Acuerdo” aprobado en primera instancia. Lo que quiere y debe señalarse, es el hecho de reconocer ahora -a los fines de este ajado “Acuerdo Social”- lo que primó la situación política nacional hasta hace poco tiempo. Y que se vio en el rechazo e impugnación al actual régimen político venezolano.
Acá, la mal llamada “Plataforma Unitaria de Venezuela” perdió todo el respeto que había ganado de cara al objetivo de encarar seria y ecuánimemente, un proceso de negociación entre adversarios rivalizados. Los problemas que han mantenido en vilo a la población de menores posibilidades socioeconómicas venezolana, parecieran haberse disipado ante la proximidad de algún posible acuerdo entre las partes negociadoras. He ahí el foco de los conflictos que tiene al país trancado y arraigado en la más impúdica situación.
La redacción expuesta en el documento de “Acuerdo Social” firmado por ambas delegaciones, da mucho que decir. Sobre todo, al momento de refutarlo. Por ejemplo, tan fácil luce advertir la complicidad solapada entre los agentes políticos negociantes, que de entrada se arrogan la potestad de hablar en segunda persona del plural de los verbos “ser” y “estar”. Es decir, “ somos” y “estamos”.
Así puede leerse: “Asumiendo el bienestar del pueblo venezolano como centro de atención en todas las iniciativas y decisiones llevadas a cabo en este proceso”. O cuando describe: “Reafirmando la preeminencia de los derechos humanos que asisten al Pueblo venezolano y comportan sustancialmente los valores de la República”. ¡Qué gran afinidad de caracteres!
Esta introducción cargada de la misma narrativa demagógica con palabras que el régimen nunca ha entendido, ni atendido en términos de las implicaciones necesarias, sencillamente pone al descubierto las mentiras que luego pretenden articular a lo largo de las cinco partes del documento.
Para ello, las consideraciones a ser convertidas en realidades maquilladas de violentada esperanza, y que finalmente adornan todo cuanto refiere la retahíla de términos con las que formaliza el “Compromiso Final” (Parte V), son impropias de creer. Más, toda vez que las burlas, humillaciones e intimidaciones siempre han determinado el accionamiento de un régimen autoritario que requiere de la hegemonía política para satisfacer sus intereses y allanar sus necesidades.
Un final inacabado
No hay duda de que en el ánimo del referido “Acuerdo Social”, sigue procurándose sembrar la ignorancia que lleva a la desinformación y al oscurantismo político y económico. Para así sentar las bases de una Venezuela de ficción. Además, montada sobre una realidad mágica cuyos brujos son quienes han sido apadrinados por el régimen político para actuar en el espectáculo de burdos payasos, falsos acróbatas, perros disfrazados de leones y gatos de tigres. (Véase el juego creado con una oposición corrompida: alacranes)
Además, téngase en cuenta que tan falsario “Acuerdo Social”, ha sido redactado sin siquiera considerar los problemas de mayor gravedad sobre los cuales pivotan las luchas y protestas nacionales. En consecuencia, vale preguntar ¿Dónde quedaron:? 1. La libertad de los presos políticos y 2. La elección presidencial.
Asimismo, marginaron razones que configuran la otra mitad de los problemas que tienen degradada, atribulada y defraudada a la población nacional. Son problemas relacionados con:
1. La rendición de cuentas. 2. La desconcentración del poder. 3. La corrupción. 4. La represión como criterio de gobierno. 5. El acoso a la autonomía universitaria. 6. La desigualdad y el control como medio para someter la población. 7. El financiamiento que por ley corresponde al manejo soberano de la institucionalidad. (O acaso Venezuela dejó de ser un Estado de Justicia, Federal y Descentralizado). 8 Sobre las restricciones que asedian libertades y derechos humanos. 9. Sobre las causas que han obligado al desplazamiento.
De seguir agendas políticas y administrativas que desdicen de los esfuerzos que a diario realizan tantos venezolanos en aras de reconquistar sus proyectos de vida, Venezuela retrocederá hasta enclaustrarse en el limbo de su historia. Porque resulta contraproducente que, en nombre del desarrollo económico y social y valores morales y políticos, la movilidad de Venezuela se reduzca un arreglo de complicidades a cambio de silencio.