A 20 años del paro cívico nacional de 2002
El 2002 fue un año trepidante de principio a fin ante el pálpito generalizado en el tejido político y social nacional, en torno al peligro de perder la democracia conquistada en la segunda parte del siglo XX, cuyo desarrollo concentró merecidamente profundos cuestionamientos y en el mismo término permitió un relativo equilibrio institucional y un clima de convivencia entre los venezolanos.
Lo sucedido ese año marcó definitivamente el devenir histórico del siglo XXI hasta el presente, al no concretarse la derrota de la estafa política más notoria a nivel continental, capaz de fracturar a un país, en torno a un proyecto que prometió redención y que finalmente lo llevó a la ruina y al éxodo de un tercio de su población.
Por tanto, los sucesos de abril 2002 demostraron la decisión de un pueblo expresada en la fuerza de la marcha del 11 de abril, capaz de derrocar a un presidente convertido ese día en monigote renunciante ante la majestuosa movilización de mas de un millón de personas, la más impactante de la historia política nacional, para luego regresar días más tarde al poder “arrepentido” de los errores de su gestión.
De aquel lance salió afectado en su credibilidad como mandatario, lo que avivó la protesta popular y social cada día y cada mes en todo el territorio nacional, siendo el escenario propicio para la convocatoria al Paro Cívico Nacional del 2 de diciembre 2002.
La convocatoria a esta acción se originó al pasar por encima de la meritocracia de PDVSA cuando en febrero de 2002 Hugo Chávez despidió a siete altos funcionarios y amenazó con despedirlos a todos, profundizó el incumplimiento de los contratos colectivos del sector público, la imposición de las 49 leyes de la ley habilitante de 2001 contra el sector privado, el acorralamiento a los medios de comunicación y a la libertad de expresión, la persecución criminal contra la disidencia opositora.
Siendo estos señalamientos de plena justeza ¿Por qué no tuvo éxito esta acción crucial? En primer lugar, al haberlo extendido indefinidamente aun cuando hubo voces minoritarias en la CTV que exigían la convocatoria a la huelga general de 48 horas, al convertirlo en permanente ante el radicalismo de sectores de la sociedad civil que plantearon quemar las naves hasta la renuncia presidencial
Por otra parte, no todos los sectores laborales se sumaron a la huelga general, recayendo la fuerza de la acción en los trabajadores petroleros, quienes eran dirigidos por gerentes y supervisores. desplazando a su liderazgo natural representado en sus sindicatos y federaciones: Fedepetrol y Fetrahidrocarburos, influyó en la imagen de una acción patronal ante el resto de los trabajadores. Aunque se debe agregar que el conjunto de los trabajadores petroleros de todas sus nóminas asistió al paro, en función de defender a PDVSA como empresa nacional.
Al prolongarse la huelga hasta febrero de 2003 extenuó al extremo a las fuerzas laborales, económicas y políticas promotoras del conflicto, ya que esta se convirtió en la huelga mas extensa de la historia laboral al prolongarse por 2 meses, al suspenderla definitivamente por un referendo consultivo sin efecto alguno.
Las consecuencias de la derrota del paro cívico nacional recayeron sobre los trabajadores petroleros en sus diferentes niveles, al ser despedidos mas de 23.000 trabajadores de PDVSA y de contratistas, sin menoscabo alguno por parte del gobierno nacional, quien asumió en plan revanchista la agresión como castigo a quien se atreviera posteriormente paralizar al país.
Los trabajadores despedidos fueron sancionados sin pago de prestaciones sociales, de fideicomisos, perdiendo sus jubilaciones y su carrera profesional, debiendo iniciar la primera diáspora laboral en el siglo XX, aun cuando la OIT reconoció el paro cívico como una huelga, recomendando el renganche de estos trabajadores. Pues bien, hasta el sol de hoy a estos trabajadores no le han reconocido sus derechos laborales.
Finalmente, estas líneas van dirigidas a todo el país a fin de no olvidar el sacrificio de todos los sectores laborales, económicos y sociales que convocaron a esta justa acción, más allá de sus resultados, quedando así en la memoria histórica de un pueblo que luego de 20 años continúa su lucha por la libertad y la democracia.