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El Carpen Diem Julian Barbour

El periodista Carlos Serrano, en un artículo aparecido en el portal BBC News Mundo, el 25 enero 2021, titulado “El físico que afirma que el tiempo transcurre en dos direcciones (y cómo esta idea cambia la visión del universo)”; Serrano hace alusión a Julian Barbour, un profesor retirado que enseñó física en la Universidad de Oxford, que ha publicado sus investigaciones en las revistas científicas más prestigiosas, y a quien colegas reconocen como alguien con ideas profundas, originales y audaces sobre los asuntos fundamentales del universo.

Retrato del físico británico Julian Barbour (1937) pensador en temas como la gravedad cuántica y la historia de la ciencia

Barbour aborda los fundamentos de la física desde una postura nada técnica, sino que muestra sus ideas bajo el criterio de Shape Dynamics; a juicio de Barbour, desde que terminó su doctorado en 1968, trabajó fuera del entorno académico, siempre colaborando de alguna manera ​​con varios investigadores académicos, resaltando como argumento que el tiempo es, en última instancia, una ilusión.

Al entregarse al mundo académico ya como razón de vida, Barbour hizo equipo ​​con Tim Koslowski, Flavio Mercati, Edward Anderson, Brendan Z. Foster, Henrique Gomes, Sean Gryb, Bryan Kelleher y el fallecido Niall Ó Murchadha. Barbour, no maneja ninguna cuenta de redes sociales, y la cuenta de Twitter que usa su nombre no es de él.

El argumento más afinado de Barbour, se refiere a la historia del comienzo del universo es bastante conocida, pero, quizás, no ocurrió exactamente como nos la han contado; según la teoría del Big Bang, hace 13.800 millones de años un punto más pequeño que un átomo produjo una gran explosión. A partir de ahí, se creó toda la materia que compone nuestro universo, que aún hoy sigue expandiéndose; Barbour, recalca que también fue justo en ese momento que comenzó a correr el tiempo, que desde entonces también avanza imparable. Tic, toc, tic, toc… La gran explosión lanzó partículas en todas las direcciones, que luego se fueron agrupando para formar estrellas, planetas y galaxias que viajan por el universo.

Barbour, en su obra reciente, del 2021, titulada “Una nueva teoría de las flechas del tiempo y el Big Bang”, propone un universo de dos caras, con un tiempo que avanza en dos direcciones y al que le augura un final más esperanzador que la muerte fría que algunas teorías le vaticinan a nuestro cosmos.

Una premisa de Barbour, es que la “…mecánica cuántica es incorrecta porque está incompleta; el universo tiene dos caras, haciendo alusión a la mitología de la antigua Roma Jano era el dios de los principios y los finales; usualmente se le representaba como un hombre con dos caras mirando en direcciones opuestas. La figura de Jano ilustra la idea sobre el comienzo del universo.

En este aspecto, Barbour y su argumento de que el tiempo desde el big bang no comenzó a transcurrir en un solo sentido, sino que también pudo comenzar a correr en la dirección exactamente contraria; si hubiera estado en el big bang, hubiera podido ver como el tiempo comenzaba a avanzar en dos direcciones opuestas; la expansión del universo se está acelerando más de lo calculado y lo grave es que los científicos no saben por qué; para entender cómo llegó a esa conclusión debemos entender dos conceptos clave: la segunda ley de la termodinámica y la entropía.

Para dar respuesta a esta realidad, Barbour busca describir la categoría “desorden”, donde Barbour recurre a una nueva manera de ver la segunda ley de la termodinámica, ley que establece que un sistema evoluciona siempre hacia un estado más caótico, pero no al revés. En expresión de Barbour, el ejemplo clásico es una copa de vidrio, la cual siempre habrá muchas posibilidades de que esa copa se rompa y se disperse en mil pedazos, pero se sabe que luego de romperse es imposible que esos fragmentos vuelvan a unirse para dejar la copa tal como estaba, el vaso es un objeto ordenado que al romperse se desordena, y ese es un proceso irreversible. En física, a esta medida del desorden se la llama entropía y ha sido enfocada como punto de inicio en la teoría de Barbour; del mismo modo la segunda ley de la termodinámica dice que la entropía solamente puede aumentar, nunca disminuir, entonces, de ahí entendemos por qué decimos que el tiempo avanza en una sola dirección: porque el tiempo solamente avanza en la dirección en la que aumenta la entropía; entre más tiempo se deje un vaso en una mesa, aumentará el riesgo de que alguien lo tropiece y lo rompa. Ahora bien, luego de que esté roto en el suelo, podrán pasar mil años y el vaso jamás se rearmará, igual pasa en el universo, entre más pasa el tiempo más aumenta su entropía.

Otra de las preguntas que se hace Barbour, es ¿por qué el tiempo va siempre hacia adelante y nunca hacia atrás? Las leyes de la termodinámica se establecieron buscando los mecanismos para no desperdiciar tanta energía; la segunda ley indica que a medida que la energía se transfiere y se transforma, parte de ella se disipa, lo que lleva a sentenciar que, en términos prácticos, se desperdicia. Barbour explica en su obra que es ahí donde radica el problema, porque esta segunda Ley se hizo pensando en cilindros y máquinas, donde la energía y el calor pasaban de un lugar a otras confinados dentro de un espacio delimitado, y no en una realidad tan cambiante y cargada de contrapesos que la hace cambiante constantemente.

A juicio de Barbour, el error está en creer que lo que ocurre en un espacio cerrado es lo mismo que ocurre a gran escala en un universo que no tiene límites: “hay que pensar por fuera de la caja», dice el autor. Muy a la par con la idea de complejidad de los teóricos de la transdisciplinariedad, donde destaca Edgar Morin, donde se da un aumento de la complejidad; esgrime Barbour que si se pone un cubo de hielo dentro de una caja, la entropía aumentará de esta manera: primero tendremos un cubo muy ordenado, es decir, con baja entropía; luego ese cubo se derretirá y el agua se derramará por la caja, la entropía va aumentando. Finalmente, el agua se podrá evaporar y sus partículas se repartirán de manera indistinguible por toda la caja, la entropía llegó a su máximo nivel.

En el espacio sin límites, recalca Barbour, esas partículas de agua podrían seguir viajando y, gracias a la gravedad, ir uniéndose a otras partículas hasta formar nuevas estructuras más complejas, que irán creciendo en todas las direcciones del espacio y del tiempo, determinando el paso del tiempo no es el aumento de entropía, sino el aumento de complejidad, sin límites de tiempo ni de espacio.

En su teoría, explica Barbour, la flecha del tiempo no avanza inevitablemente hacia la entropía total, por el contrario, lo que él pronostica es un universo cada vez más complejo y más estructurado que va creciendo sin fronteras; de hecho, en vez de disipación, Barbour prefiere decir que la energía se esparce; piensa que el tiempo está llevando en una única dirección hacia una entropía que convertirá todo en un conjunto de partículas indistinguibles entre sí, desde una visión del universo que lo muestra cada vez más variado y dinámico, donde no faltará el calor y la energía para seguir creciendo en todas las direcciones del tiempo y el espacio.

El aporte más significativo de Barbour, no es solamente su afirmación de que nada en la ciencia es inmutable, ya que se proponen y prueban hipótesis constantemente; el verdadero aporte es mostrar a la ciencia como una máquina de producción de saberes que progresa cuando, mediante experimentos precisos y una buena observación, las predicciones se confirman o se refutan; aporta Barbour, una explicación propuesta de las flechas del tiempo es tan segura como lo es la expansión del universo establecida hace mucho tiempo, pero algunas ideas radicales sobre el big bang, donde la locución latina “Carpe diem”, concebida por el poeta romano Horacio (en sus Odas, I, 11), cuya traducción literal es “aprovecha el día” o “cosecha el día”, en el sentido de aprovechar el tiempo y no malgastarlo, es para Barbour su mejor descriptivo de la concepción del tiempo y del universo llevada en el implícito mensaje de la vida. No importa cuál sea el destino del universo a nivel cósmico, lo cierto es que por ahora cada ser humano vive con una certeza indiscutible, advierte.

A grandes rasgos, el tiempo y el espacio representan para Barbour un cambio respecto a las nociones tradicionales de la física, donde cada quien podría tener un cambio de actitud hacia la vida, pensando en el bien de los demás; a su juicio el mundo puede ser salvado si nosotros, los planetarios de Morin, nos hacemos “…a la idea de ser mejores personas con los demás»; y logramos hacer realidad ese Carpen Diem, es decir, no perder el tiempo sino orientar la existencia humana hacia esa fuerza natural que nos da vitalidad y plenitud.

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