Qué hacer frente al asco
No es poca cosa que un medio de comunicación como el Washington Post, marcador de opinión de la capital norteamericana, les dedique su más importante espacio editorial a los resultados del la investigación del Consejo de Derechos Humanos de Naciones Unidas en torno a los crímenes y violación de derechos humanos del régimen encabezado por Nicolás Maduro. El contenido del mismo lo que ha hecho es ponerles cara a los criminales. Así lo tituló El Nacional hace pocos días.
Toca ahora pensar qué hacer con tan importante pronunciamiento de manera que el mismo ejerza una reverberación contundente en el ambiente internacional, en el momento en que la atención del planeta se encuentra circunscrito a temas de un impacto más planetario como lo son las consecuencias energéticas de la guerra en Ucrania, las secuelas económicas e inflacionarias de la pandemia en todos los países del orbe, la disrupción de las cadenas de suministro, la posibilidad de una guerra nuclear.
El contenido del informe que se hizo público esta semana debería, per se, inducir a acción internacional a países en los que los Derechos Humanos y el respeto de las leyes y normas que les atañen son una prioridad, pero es preciso que de parte de los venezolanos, victimas principales de los horrores recogidos en el documentos, desarrollemos una acción contundente, pongamos en marcha una estrategia inteligente de exigencia a la Comunidad Internacional para que ello surta algún efecto desde esta hora y hasta las elecciones que tendrán lugar en Venezuela en 2024 y 2025.
Esta acción debería ser la de proponer, cabildear, negociar y ayudar a sustentar una iniciativa internacional que conduzca a la suspensión de la adhesión de Venezuela al Consejo de los Derechos Humanos de la ONU, con sede en Ginebra, de la misma manera que Rusia fue suspendida a solicitud de 94 estados en abril de este año por razones conocidas de todos y que no tiene sentido ventilar a esta hora.
Una acción de esta naturaleza no tiene únicamente un sentido simbólico, lo que de hecho ocurre y es su principal consecuencia. Una acción sostenida en el tiempo permite airear ante quienes no lo tienen claro, las horripilantes actuaciones de este régimen criminal, servirle de soporte a las miles de victimas de las atrocidades, desarrollar una campaña mediática de sensibilización , todo lo que debe redundar en un efecto favorable a la causa opositora venezolana en los momento de preparación del país para los comicios que deberán tener lugar en pocos meses.
Una buena cantidad de organizaciones, de ONGs, de instituciones de vigilancia del cumplimiento de las obligaciones frente los derechos humanos ya llevan a cabo importantísimas tareas de sensibilización. Otras cuantas adelantan juicios ante las instancias internacionales y sirven de apoyo a las víctimas. Todas estas iniciativas son lentas pero rinden frutos aunque ello no ocurra con la inmediatez a la que aspiramos.
Por otro lado, es necesario hacer ver al mundo de manera gráfica y a los países que lo componen la naturaleza de los atroces crímenes que, con el mayor desparpajo, se siguen cometiendo a diario dentro de nuestra geografía para castigar el disenso político.
El informe de la ONU, citado por el Washington Post, detalla que las torturas envueltas en las atrocidades perpetradas por los agentes de Maduro son “fuertes palizas con bates y objetos punzocortantes; descargas eléctricas en partes sensibles del cuerpo; asfixia con sustancias tóxicas y agua; cortes y mutilaciones incluso en la planta de los pies y debajo de las uñas… violación con objetos; golpes y descargas eléctricas en los genitales; iluminación constante u oscuridad constante; calor extremo o frío extremo; alimentación forzada de heces y vómito; y amenazas de muerte y amenazas de violación a las víctimas y sus familiares”.
No respetar las obligaciones que impone ser signatario de la Carta de Naciones Unidas es algo que debe ser recordado a cada paso a quienes infligen las normas. Hagamos de esta una tarea colectiva, no dejemos que muera un posicionamiento valiente, contundente, veraz como el que asumió la Comisión de Derechos Humanos y que ya tiene un eco ensordecedor en medios muy importantes de lo internacional.