Las solidaridades automáticas
El presidente chileno, Gabriel Boric, criticó en la ONU y en la Universidad de Columbia a las izquierdas que no son capaces de condenar las violaciones a los derechos humanos que ocurren en Venezuela y Nicaragua, pero él mismo es la expresión de esa solidaridad automática, cuando no hace mención a las incontables violaciones a los DDHH que se han cometido y se siguen cometiendo en Cuba.
En la derecha latinoamericana ocurre lo mismo al apoyar, con o sin razón, todo lo que hace o diga Donald Trump, al que acríticamente han endiosado y no ven el peligro que este representa para la democracia.
El fanatismo de izquierda o de derecha implica la negación del pensamiento crítico y un sometimiento acrítico a unas presuntas verdades, muchas veces falsas. En el fondo sigue siendo una expresión de esa antigua religión que fue el maniqueísmo, según la cual hay una sola verdad, el bien y el mal, y, por supuesto, los que piensan así son los adalides del bien y los que no, son la expresión del mal.