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La “razón” que trastorna al totalitarismo nicaragüense

El descomunal cambio político que ha venido ocurriendo a nivel del planeta entero, pareciera escapar a los criterios convencionales para juzgar situaciones políticas. Estos cambios envolvieron desde realidades, donde el ejercicio de la política no rindió sus mejores expectativas, hasta circunstancias que incitaron serios problemas a ideologías tradicionales que se impusieron mediante paradigmas constructivistas y positivistas que supieron concertar intereses profanos con necesidades espirituales. 

Problemas estos que afectaron a la Iglesia Católica. Asimismo, a otras doctrinas religiosas que igualmente buscan irradiar la fe como la fuerza capaz de guiar al hombre en las contingencias provocadas por la oscuridad espiritual que acecha por doquier.

La opinión pública ha quedado pasmada al ver cómo la Iglesia Católica, a pesar de la cruda historia que precede y preside sus actuaciones, se ha visto profundamente sitiada por serios problemas. Problemas que han afectado sus posturas ideológicas. Por ejemplo, es el caso de la “Teología de la Liberación” toda vez que incitó algunos problemas toda vez que depararon en el Catolicismo crudas susceptibilidades.  

Por eso no es un secreto que el Catolicismo ha actuado históricamente infundido por intereses políticos que irritaron la significación del Cristianismo en consonancia con ideologías políticas cuestionadas por sectores conservadores de la Iglesia. 

El Papa Benedicto XVI había referido que “la división del clero y la falta de unidad, desfiguran el rostro de la Iglesia”. Esta situación le ha costado profundas complicaciones a la Iglesia. Y aunque hay quienes han manifestado haberse sentido engañados por una Iglesia tan cómplice, víctima o beneficiaria del poder político de gobiernos corruptos, de terratenientes latifundistas o de personajes agoreros, muchos de los inconvenientes que han vapuleado los signos del Cristianismo en perjuicio de la Iglesia como institución. Este aprieto, ha proyectado una imagen equivocada, injusta o desvirtuada del Catolicismo.

Posiblemente, en medio de problemas de tan cuestionada estirpe, se consiguen las causas que en el tiempo han buscado desacreditar o desautorizar la esencia del Cristianismo. Tal vez, por esa ruta podría hallarse la razón por la cual la Iglesia Católica ha sido indignamente amenazada y lastimada. 

El conmovedor caso Nicaragua

El caso Nicaragua, es ejemplo de tan horrendo trato. De ahí que resulta absurdo que siendo Nicaragua un país cuya Constitución Política fue sancionada el 19/11/1986, y que luego fue objeto de una reforma, según la Ley 854, aprobada el 29 Enero de 2014, se conciban los hechos abominables que hoy dan cuenta de lo poco que ha servido su Carta Magna. 

Dicho texto constitucional resalta en su artículo 5 que “los valores cristianos aseguran el amor al prójimo, la reconciliación entre hermanos de la familia nicaragüense, el respeto a la diversidad individual sin discriminación alguna (…)” (texto ajustado a instancia de ley 854)

Entre los “derechos, deberes y garantías del pueblo nicaragüense”, que expone la Constitución, el artículo 27 establece que “todas las personas son iguales ante la ley y tienen derecho a igual protección. No habrá discriminación por motivos de (…) credo político, religión, opinión (…)”.

Por otro lado, el artículo 29 dictamina que “toda persona tiene derecho a la libertad de conciencia, de pensamiento y de profesar o no una religión. Nadie puede ser objeto de medidas coercitivas que puedan menoscabar estos derechos (…)”.

El artículo 36 constitucional, refiere que “toda persona tiene derecho a que se respete su integridad física, psíquica y moral. Nadie será sometido a torturas, procedimientos, penas ni tratos crueles, inhumanos o degradantes. La violación de este derecho constituye un delito y será penado por la ley”.

El artículo 46 constitucional reza  que “en el territorio nacional, toda persona goza de la protección estatal y del reconocimiento de los derechos inherentes a la persona humana, del irrestricto respeto, promoción y protección de los derechos humanos (…)”. 

Asimismo, el artículo 68, reformado, destaca que “los medios de comunicación públicos, corporativos y privados, no podrán ser objeto de censura previa. En ningún caso podrán decomisarse (…) ni cualquier otro medio destinado a la difusión del pensamiento”. 

Del mismo modo, el artículo 69 invoca que “toda persona, individual o colectivamente, tiene derecho a manifestar sus creencias religiosas en privado o en público, mediante el culto, las prácticas y su enseñanza”.

Un análisis del contextocorrespondiente

Ahora bien, si la grave situación que padece la Iglesia Católica en Nicaragua se atiene a estos preceptos constitucionales, será natural pensar que por esa ruta no se hallará la causa de las dificultades que tienen asolada la Iglesia nicaragüense.

Desde el análisis de contexto que anima esta disertación, la razón apunta a otra dirección. Podría estar relacionada con lo duro que pega el hecho de aceptar, reconocer y comprender que el cristianismo es la historia de la libertad humana. Sobre todo, a un grosero autoritarismo hegemónico, como el nicaragüense. 

Admitir tan magna verdad, golpea las bases falsarias sobre las cuales el régimen nicaragüense ha pretendido construir sus argumentos revolucionarios. Más aún, cuando ha presumido haber entendido  que la “revolución” en la que apoya sus ejecutorias de hambre y muerte, apenas es una rosca que al girar buscando atornillarse acrecienta la pobreza. Instaura la ignorancia como modelo de vida socialista. Y convierte la desgracia en terreno donde se articulan las humillaciones, adulaciones y la sumisión que exige el manejo desvergonzado e inmoral del régimen sandinista.

En fin, todo lo que resiste la Iglesia Católica nicaragüense, es infundido por causas tan desnudas como las que son propias de la actitud de la dictadura nicaragüense. Particularmente, al considerar el Catolicismo como férreo enemigo ante todo lo que puede motivar el fin del radicalismo hegemónico. Más, cuando se ha dado cuenta de que el ejercicio del Cristianismo ha demostrado ser la esencia de la democracia. Y tan meridiana verdad, ha importunado al régimen nicaragüense. De ahí se ha arrogado la impúdica decisión de desolar la Iglesia Católica nicaragüense. Así podría concluirse reconociendo que la libertad cristiana asumida por la Iglesia Católica, es la “razón” que trastorna al totalitarismo nicaragüense.

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