Opinión Nacional

No hacía falta embarbozar la unidad

 Ni la Mesa de la Unidad Democrática -MUD- ni los precandidatos presidenciales son perfectos, pero con todos sus defectos e imperfecciones representan la Alternativa a este régimen anacrónico, militarista, autocrático, corrupto, incapaz, demagogo, populista, con un proyecto que nos inscribe en el reiterado fracaso de los experimentos marxistoides colectivistas, para colmo coordinado desde la única franquicia activa del estalinismo en el continente americano, la Cuba de la Miseria, la Jinetería y la Represión.

  Prefiero la imperfección de la MUD al estancamiento y el retroceso representados por la farsa roja rojita, que ha agravado todos los graves problemas que teníamos en 1998, añadiéndole el alevoso y premeditado cultivo de los peores resentimientos sociales pre-existentes, la sistemática destrucción de la Institucionalidad y la Economía, el estímulo a la delincuencia y el parasitismo, habiendo despilfarrado trece años, y más de un Billón de Dólares, con los cuales -bajo una sana administración- ya estaríamos superando la Pobreza y el Subdesarrollo, la Inseguridad y el Desempleo, la crisis eléctrica y la exagerada inflación, los déficit educacionales, hospitalarios y de vivienda.

            Nuestros mayores logros son; 1. Haber permanecido fieles a la Democracia, sin caer en el pancherismo de los que se van tras de cualquier “hombre a caballo”, mesías, demagogo, predestinado, sin retroceder ni capitular frente a las amenazas, agresiones, los insultos y vejaciones, la criminalización de la disidencia, la compra de conciencias a través de algún cargo, viático o electrodoméstico, o de la simple y desvergonzada promesa que no ha de cumplirse jamás. 2. Haber alcanzado la Unidad, facilitando la participación real a través de seis precandidaturas, seis campañas a nivel nacional, y las Primarias de las cuales saldrá el candidato presidencial electo por la mayoría, para representar la alternativa democrática, en oposición al despótico régimen que mantiene el mismo discurso, las mismas ofertas, similar negligencia e inescrupulosidad, voraz ambición de poder y dinero.

            Cada uno de los seis precandidatos tiene su perfil propio, necesariamente deben existir diferencias de forma y de fondo entre ellos, pero lo importante son sus coincidencias dentro de un esquema general proclive a la recuperación de la Democracia, apegados al Programa de Gobierno elaborado por un valioso conjunto de técnicos y especialistas, con miras a establecer una dirección y un orden de prioridades sobre las ejecutorias, para sacar a Venezuela del abismo en que la hundieron los improvisados manejados desde La Habana. Cada elector por supuesto que a estas alturas sabe en su fuero íntimo lo que le gusta y lo que le disgusta de cada precandidato. Votará en las Primarias por el que prefiera, pero al participar se compromete a respetar el resultado y respaldar al que gane, aunque no sea el que obtuvo su Voto el 12 de febrero. Es mi convicción y así actuaré. Votaré por alguno de los precandidatos, pero también daré mi respaldo y colaboraré en la medida de lo posible con el candidato presidencial de la Oposición, sea quien sea, pues de antemano sé que debe compartir con nosotros los principios básicos del Sistema Democrático; Respetar a todos, Gobernar para todos, Independencia de los Poderes, Militares en sus funciones y en sus cuarteles, Descentralización a fondo, Vigencia de la Constitución y de las leyes que no colidan con los enunciados primordiales de la Carta Magna, dedicarse a resolver problemas y a crear soluciones reales, factibles y definitivas, no a poner pañitos calientes y correr las arrugas. En dos palabras: Gobernar Bien (sin cuentos, sin cadenas, sin improvisaciones ni abusos, y sobre todo, beneficiando a nuestro país, no a tutores ni amigotes).

            Respecto de la renuncia de Leopoldo López a su candidatura y el inmediato apoyo que le dio a Henrique Capriles, cada quien es libre de opinar, y se puede estar de acuerdo o en desacuerdo con quienes cuestionan el momento escogido, la forma de hacerlo, pero hay que aceptar que esa jugada es válida (y justificada, si consideramos la inhabilitación previa y la constante amenaza de reactivarla en contra de Leopoldo). A quien perdió la sindéresis y declaró lo que no debía, le recuerdo que “somos dueños de lo que callamos y esclavos de lo que decimos”. La mayoría no vio con buenos ojos la reacción, desproporcionada e injusta, frente al retiro de Leopoldo. Quienes, en lugar de callar, o adaptarse como políticos maduros al cambio ocurrido, resucitaron el lenguaje de la descalificación, de la división, probablemente obtuvieron algunos respaldos a esa maniobra, pero seguros estamos de que fueron muchos más los rechazos y disgustos que lograron con esa conducta. Si Leopoldo al retirarse hubiera ofrecido su respaldo a quienes ahora lo atacan, la respuesta no habría sido embarbozada, sino todo lo contrario. Pero la salsa que es buena para el pavo también debe ser buena para la pava, y cuando tengamos al ganador de las primarias, vamos a saber si la condición de Demócratas y de Unitarios que se adjudican todos y cada uno de los precandidatos hoy, con sus respectivos equipos y comandos de campaña, sigue siendo válida en la recta final hacia el 7 de Octubre, o se empicha.

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