Tiempo para pensar y para actuar
Cuando se fijan días no laborables por razones religiosas o patrióticas, lo bueno de interrumpir la monotonía es que generan momentos diferentes, en los que ya no estamos atados a la noria y nos queda solo resolver el qué hacer cuando no tenemos nada que hacer.
Los hay que viajan a lugares distintos, o los que buscan la playa como lugar en el que no importa no hacer nada, otros se quedan en sus casas y entonces deben buscar qué hacer para llenar unos días sin horarios predeterminados, pasear, leer, ver películas o series o aprender lo que significa esa maravillosa expresión italiana «il dolce far niente”, es decir, disfrutar no hacer nada.
En las dramáticas circunstancias que atraviesa nuestro país debería aprovecharse de este asueto para pensar si nos conviene seguir a la deriva y aceptar cualquier acomodo con quienes nos han conducido a este estado de postración, o, por qué no, más bien detenernos a pensar, como en el folleto de Lenín “qué hacer”, y recargar nuestras baterías para ponerle un parado a la desidia, al conformismo, al pesimismo a la irresolución y dar un paso al frente para intentar salvar a Venezuela.
Cualquier medio dónde se pueda escribir para informar a la ciudadanía en contra de la hegemonía Comunicacional del estado. Neofacista, bienvenida