Pasado y miedo
1 El riesgo que se corre cuando se apela a unas primarias ha inducido siempre a tomarlas con especial cuidado. La política despierta pasiones, lo que explica la propensión a recortarle las riendas. Por eso ha habido tanta renuencia con las primarias. El consenso es más sencillo, más manejable y hasta más prudente.
Pero a la luz de lo que estamos viendo, la alternativa democrática debía y debe recurrir a fórmulas extraordinarias que convoquen a la gente, despierten pasiones, susciten la competencia de liderazgos. Si por temor a problemas internos se mantuviera todo en el marco de lo controlable, resultaría difícil imaginar la victoria sobre un personaje de las características del actual Presidente.
Había que sacudir la adormecida y atemorizada conciencia de la gente y despertar la fe en el triunfo. Es lo que en prueba de clarividencia decidió la MUD y a fe que la flauta le sonó con ruido de clarín. No obstante, a pocas semanas para la histórica elección, aparecieron naturales resquemores que salieron a la calle, y muy bien que así haya ocurrido.
Han sido reacciones algo airadas que no minan el proceso de primarias y por el contrario dan fe de su profunda verdad.
Nadie va a romper el juramento de acompañar con todo al ganador. El perjurio siempre es costoso.