Diosdado: El Robespierre del Furrial
El ahora adalid del terror robespierrano, el magnate Diosdado, ha proclamado lo que sigue, antes de poner a funcionar la guillotina para la masa de “burgueses” que apoyarán a Capriles, en las elecciones presidenciales, si estos no admiten de una vez que están derrotados antes del escrutinio:
“Si desconocen la victoria del comandante Chávez el 7 de octubre el pueblo revolucionario saldrá a la calle y pondrá rodilla en el suelo, fusil en hombro y bayoneta calada para defender la revolución y no los estamos amenazando para nada, se lo estamos advirtiendo”
Entiendo entonces que de ganar nosotros, se infiere según Diosdado, no reclamar esa victoria, porque este plutócrata deduce que ello implica desconocer el seguro triunfo del comandante. Quedamos entonces en que Chávez gana si o si, para evitar el chantaje de desatar la guerra civil.
¿Para qué se hacen entonces elecciones, si con este lenguaje el PSUV diseña que solo Chávez puede ganar?
La mayoría de nuestro pueblo ha escogido un mensaje de apaciguamiento, de moderación, de visión solo positiva sobre esta disputa electoral, que se supone proscribe de nuestro lado cualquier veleidad de autodefensa.
Han quedado enterrados, bajo el peso de mil matrices de opinión mediática, reforzando el discurso de nuestro candidato, que vamos en paz, ganaremos en paz y ellos tendrán que respetar en paz ese resultado.
Diosdado tiene otro plan, Chávez tiene otro plan: la provocación abierta, el discurso incendiario, Cotiza multiplicado por 10, luego por 100, la calumnia sistemática y el amedrentamiento estarán a la orden del día.
Frente e esa escalada de agresividad nuestro candidato seguramente mantendrá su discurso ajeno a esta confrontación, como si no fuera con él, como si no fuera con nosotros.
Esa línea de acción y ese discurso de Capriles serán aplaudidos un tiempo, después será visto como lleno de debilidades, y si aun sigue así, al final esa postura, defensiva al 100 %, se convertirá en abiertamente derrotista.
El fatalismo le ganaría a la voluntad de lucha, se admitirá entonces que Chávez no puede ser derrotado electoralmente porque se desatan los demonios.
La resignación y el culillo son hermanos, la genética política de ambas tesituras es idéntica solo simulan tonos de pomposidad civilizada.
Deberemos empezar, aunque muchos consideren esto extemporáneo a tomarle la palabra al señor Diosdado y decirle: si tú te la das de arrecho, te puedes llevar una sorpresa. Ustedes son derrotables y deberán admitir la derrota si tal es el caso, luego de unas elecciones que obligaremos a que sean limpias.
El Robespierre del Furrial puede que se quede con su rodilla enterrada y su fusil con bayoneta y todo enrolladito, para metérselo en el bolsillo.
No es una cuestión de estilo, señores del Comando Tricolor. Los millones que votarán por conservar la sangre fría y una postura civilizada por ponderada, pueden no ser suficientes ante el amedrentamiento que les haga mella y más aún, si un sector, cada vez mas importante, determina que ese recule permanente solo nos traerá desgracias.
Ya los teóricos del “trapo rojo” o los filósofos políticos de; ¿Y si sacan los tanques? empezarán con sus alertas, cada vez más gallináceas.
Mantengan la calma dirán, no le hagan caso, eso demuestra que ellos solo tienen miedo, que están desesperados… eso es cierto, pero cuidado si lo que resulta más cierto aún es que el gobierno, manteniendo esa línea agresiva, infunda cada vez más la persuasión que nuestro liderazgo es correlón, y que se cala todo, hasta una derrota fabricada, porque muestran tanto su rabo escondido, que la gente puede terminar creyendo que se rendirán antes de pelear.
Cuidado como, de mantenerse esta línea tan seria, tan pacifica, tan ponderada, al final solo quedemos votando por Capriles los muy indignados y los muy ilusos porque serían demasiados los que tirarían la toalla, ante la fatalidad que no estamos preparados para enfrentar estos robespierres de cartón, pero de que ladran ladran