La “victoria” de Ortega
La reacción de Daniel Ortega por el rechazo mundial a sus elecciones, por ese 75 % triunfal a costa de cárceles y falsedades, de furia e insultos a sus propios presos políticos, sólo demuestra, más que descaro, estupidez. Una cosa es que Nicaragua sea un país pequeño en Centroamérica, y otra que el mundo, en la era de las comunicaciones instantáneas, no sepa qué está pasando allí.
La tiranía, la corrupción y la maldad de un régimen hoy no se pueden ocultar, son noticia diaria y dependiendo de la realidad del mundo, de primera plana o de páginas interiores. Pero todo se sabe, y la virtud de la propaganda, cuando está bien diseñada, ejecutada y financiada, es crear máscaras para ocultar los errores.
La venezolana ha inventado una telaraña de diálogos, afirmaciones, negativas, programas de televisión, compra y reconducción de periódicos, y puede haber quien crea que este país, en caída libre, en realidad esté flotando.
Pero la realidad de Daniel Ortega y su mujer, que en pleno siglo XXI quieren manejar Nicaragua como una vieja hacienda personal, y el rotundo fracaso socioeconómico del fallido comunismo castrista en Cuba, son inocultables.