Mi pobre país rico y su agenda pública
En estas líneas, necesarias, urgentes, voy a dibujar a grandes trazos un país; un país que dejó de ser un territorio, un conglomerado de habitantes ordenado políticamente para poder coexistir, para convertirse a lo largo de los años, sobre todo en los últimos cincuenta años, en un sentimiento, en un corazón que palpita día tras día en innumerables espacios del planeta tierra y que ha padecido los más sanguinarios ataques por propios y extraños, pero que permanece de pie, nunca doblegándose o fracturándose su moral y su esperanza.
Ese país está ubicado en la costa norte de América del Sur, con un límite estratégico envidiable, por su lo larga costa en el Caribe, y al noroeste, con su rica cordillera de los Andes, bandeándose un clima tropical que conoce solamente el invierno y el verano; ese país es Venezuela. En 1982, el psiquiatra Felipe Carrera Damas, escribió un libro que tituló «Mi pobre país rico», que fue la historia de un médico rural en el Amazonas que andaba tras las huellas del Libertador Simón Bolívar y Palacios; en el 2018, el periodista, y articulista de aporrea, Teodoro Guerrero Salas, publicó un breve ensayo también con ese título “Mi pobre país rico…”, en donde su autor expresa: “…Hace muchos años, que leí esta obra, del médico rural, Felipe Carrera Damas, poco recuerdo ya de su contenido, pero se hacía referencia a que Venezuela para la década del cincuenta era el cuarto país del mundo con el PIB más alto por encima de países, como Canadá, China, Brasil, Chile y otros, ¿Qué fenómenos o circunstancias han ocurrido en los últimos 60 años? …Paradojas de la vida, pero sólo tomé el título como para significar que la Patria de Bolívar, sigue siendo rica por privilegio geográfico, riquezas naturales ya reconocidas, riquezas en recursos humanos, también los ha habido y los hay, pero desafortunada en la Administración de sus Recursos por parte de muchos de sus gobernantes o líderes, que en los últimos sesenta años han derrochado todos los multimillonarios recursos por los ingresos petroleros y mineros, los que pretendieron ser sembrados para el progreso, desarrollo y salir de la dependencia, los malos hijos de la patria dejaron ir la luna nuevamente, otra oportunidad perdida, en estos sesenta años, década del setenta y década del 2010, fueron décadas en que se recibieron los ingresos más altos en toda la historia, era para crecer, para vivir en armonía y bienestar para todo un pueblo. ¿Qué Ocurrió? La voracidad, las aves de rapiña encarnadas en la burocracia, el derroche, la corrupción, el nepotismo, tráfico de influencias y los vicios o rémoras como herencia, junto con el mercadeo del politiqueo político, nos ha ubicado en una fuerte crisis, … todos sabemos dónde estamos y a dónde vamos, con la manera en que los liderazgos en la República, que siguen vendiendo la falsa conciencia, la falsa ideología…”
Es una postura incisiva en que los tropiezos no nos han llegado por “mala suerte”, sino por malas decisiones; hemos tenido que transitar como país por cambios abruptos, todos orientados y guiados por la manipulación que se produce cuando una persona o grupo de personas ejercen una toma de control del comportamiento de una persona o de un grupo, utilizando para ello técnicas de persuasión o de sugestión mental, en busca de eliminar las capacidades críticas o de autocrítica. Esa manipulación hoy día se le ha querido adjudicar a los medios de información y al uso indiscriminado del internet y las redes sociales, sin embargo, los medios, como dice Javier Álvarez-Gálvez, de la Universidad Complutense de Madrid, no tienen toda la responsabilidad en el establecimiento de la agenda pública, puesto que la agenda política, la cual está vinculada a las élites sociales que ostentan el poder, es la que establece qué sucesos y/o cuestiones son más o menos relevantes en un momento dado, en este sentido, las investigaciones de E. Rogers y J. Dearing, de 1994, expuestas en su obra “Agenda-Setting Research: Where has it been, where is it going?”, indican la necesidad de comprender la interacción entre las tres agendas: a) la agenda de los medios de comunicación; b) la agenda pública; y c) la agenda política.
Estas agendas hacen referencia a los asuntos o temas que los medios de comunicación, los agentes políticos y opinión pública consideran más importantes dentro de cierto contexto espacio temporal; son agendas que se encuentran interrelacionadas, de ahí que, por lo general, sean analizadas de un modo conjunto, apreciándose la influencia de las mismas en sus relaciones con los actores sociales y viviendo las experiencias inter-personales, así como la comunicación entre las élites y las personas, bajo la fórmula de criterios que se aboquen a contener los acontecimientos externos y los eventos noticiosos que posteriormente son proyectados por los medios de comunicación.
Es decir, desde un plano objetivo, Venezuela como país se ha vista asediada desde el inicio del denominado proceso Revolucionario Bolivariano, por criterios de manipulación que la han colocado en un sitial de desorden y caos, donde impera el manejo abusivo y despótico de las decisiones públicas y de la comprensión de un criterio de dirección política que debería dar paso a la verdadera consolidación del poder popular y no al fortalecimiento de los bloques hegemónicos del poder partidista. Estamos equivocando el mensaje originario de la revolución bolivariana que era y es, la conducción de la sociedad hacia la meta de un humanismo social igualitario, pero con amplios criterios de cohabitación con el modelo económico del capital, porque la solución de los problemas sociales pasa por el fortalecimiento del músculo productivo de un país.
La historia de la Venezuela con cinco millones de inmigrantes ha sido lo que más centimetraje informativo ha estado teniendo; un país rico en recursos naturales y pobre en su conducta y actitud hacia el manejo de esos recursos. Un país con petróleo, oro, gas, entre otros; todo sigue ahí, pero en bruto; el oro negro pasó de ser la joya venezolana a una mancha que se extiende por el Caribe y es la excusa para quienes, ostentando mayor poder y desarrollo, asuman una conducta imperialista de posicionamiento y asfixia económica contra una sociedad que a su juicio no toma “decisiones sabias” de cambiar su forma de Gobierno.
En este sentido, se han venido aplicando estrategias en todos los aspectos y sentidos, buscando que sean los propios venezolanos los que le sirvan en bandeja de plata los valores materiales de un país rico, partiendo por defenestrar a los grupos de poder que dirigen los asuntos públicos de la nación. Pero aún no han entendido esas potencias que no se trata de un quítate tú para ponerme yo, se trata de crear un liderazgo, de construir mecanismos de acción y reacción donde esa masa que con tanto tecnicismo ha venido siendo manipulada, sienta que están cambiando las cosas y que se apuesta por el respeto a la soberanía nacional y la autodeterminación como criterio de libertad.
La Venezuela golpeada y sentenciada por bloqueos económicos a nivel mundial, sigue en lucha, pero sobre todo sigue siendo un lugar de oportunidades. Los venezolanos somos una “raza cósmica”, en el tenor que lo expresó el filósofo José Vasconcelos, que engloba la noción según la cual los conceptos exclusivos de raza y nacionalidad deben ser trascendidos en nombre del destino común de la humanidad; una legión de hombres y mujeres que pregonamos la alegría y a la amistad, y somos corsarios de batallas épicas donde queremos ser los mayores portadores de igualdad y equidad.
Un ejemplo reciente de quiénes somos es Josh Medina, nacido en Barquisimeto, que aceptó su realidad de que un país en el que lo prioritario es la salud y la alimentación, el mundo del entretenimiento no estaba preparado para darle espacio a su talento, entonces resuelve buscar mejores oportunidades en el exterior, y radicándose en la ciudad de Medellín, Colombia, se instaló para hacer realidad su sueño artístico de imitador de las grandes estrellas. Ha logrado imponerse con una revelación de este género artístico-musical y tal cual él lo afirma: “Llegué a Medellín enfocado a cantar, ya tenía algunos que otros vídeos grabados y mi esposa tenía una cuñada aquí en Colombia y ella vio mis vídeos, se los mostró a los dueños de unas discotecas y le dijeron que querían hablar conmigo personalmente…” Y así como él muchos han salido a conquistar mercados que se perdieron en mi país rico por esta guerra de cuarta generación diseñada para desquebrajar la moral y fuerza de un pueblo que está inundados de talentos como el de Josh y que lo único que piden es esa anhelada libertad de poder expresarlo en Venezuela y en el mundo.
Ya dirán que el joven Josh, huyó de la “Dictadura”, cuando en realidad lo que hizo fue articular sus proyectos con la potencialidad que le oferta el mundo, sin mayores fronteras que la que impone sus sueños. En esta historia no hay un inmigrante dolido, sino un ser con talento en franco crecimiento. Los ataques han sido inclementes y hoy, más que ayer, Venezuela no deja de ser un referente para la manipulación de información y el manejo abusivo de las redes, proyectando a un país rico que vive en el desamparo de la pobreza.
Pero no, el asunto no es tan simple. Menos es un tema que pueda orientarse bajo la manipulación de la masa; los venezolanos han venido aprendiendo de sus errores, se han deconstruido y vuelto armar, sin perder su nobleza, su simpatía y su alegría tropical. Salen en búsqueda de mejores horizontes, pero no para olvidar su morada, sino para llevar hacia su morada y cuidar de los suyos. Los venezolanos son un equipo de aguante, de alta resistencia y que, si por alguna razón han tenido que padecer la persecución y la contradicción de los modelos de pensar y actuar, siguen manteniendo la fuerza de su gentilicio y el peso heroico de sus batallas y luchas.
El venezolano de hoy, habitante de un país rico, deambula entre un sistema político que le ha demostrado interés y sacrificio, y movimientos políticos enfrentados bajo la consigna de ofertas electorales y restricciones económicas; la salida de todo es el trabajo, el emprendimiento puro acompañado de sacrificios y el amor a nuestra esencia de pueblo, de Patria, de venezolanidad. Somos Venezuela, mi pobre país rico, que persigue el sueño olvidado de Simón Bolívar, de una Latinoamérica unida y robusta, donde la igualdad y equidad transciendan más allá de los caminos polvorientos de unos pueblos liberados del yugo imperial del siglo XIX. Hoy sigue el yugo de los imperios del siglo XXI, pero hay una resistencia más fuerte que las armas patriotas de aquellas batallas de hordas que se llevaron a cabo en campos como Carabobo y Ayacucho; una resistencia moral, ética y ciudadana, donde las banderas son de paz y el amor; donde la sangre que corre son las ideas y donde se firma con tinta de oro, la nueva independencia nacional, estableciendo como orientación, a juicio de Octavio Humberto Moreno Velador y Carlos Alberto Figueroa Ibarra, de la Universidad Autónoma de Puebla (BUAP), México, la sociedad civil viene cobrando un protagonismo y un rol activo en los procesos de cambio político, dándose la conjugación entre actividad civil autónoma, el impulso civil a gobiernos de izquierda, y la consecuente participación de la sociedad civil en la dirección de lo nacional-popular que marca el hito del nuevo rostro político en América Latina.
La relación entre la sociedad civil y los gobiernos nacional-populares ha sido nutrida, resalta Velador y Figueroa, alimentado tanto de formas de participación independientes como de formas de participación propiciadas por los gobiernos, destacándose que sobresale un ideario de independencia y participación de la sociedad civil, en los distintos modelos de integración y participación civil, bajo una condición vertical y subordinada sobre la propia sociedad civil. La integración y la participación popular han sido los elementos fundamentales en la creación de los poderes populares que hasta el día de hoy todavía se construyen en la transformación estatal que hoy los gobiernos y Estados nacional-populares quieren seguir llevando adelante. Hay el interés por generar un cuerpo compacto en razón de la consolidación de la democracia y la participación ciudadana, donde se consolide la figura del liderazgo social y se comience a fortalecer las conductas y manifestaciones humanas, para dotar a esa masa que ha visto manipulada y mal orientada, un cúmulo de saberes que la proyecte más allá de la razón y la convierta en ese sentimiento planetario que acobija el gentilicio venezolano que es la máxima esencia del hombre que conquista el rebaño para dar la mayor suma de felicidad posible.