Las victorias no llegan, se construyen
Hay un fenómeno preocupante en algunos sectores de nuestra sociedad y, principalmente, en el que forma -o formó- parte de la llamada clase media o clase más o menos acomodada, que es el vivir pendientes de los acontecimientos que puedan ocurrir en el mundo y que, a su juicio, pueden favorecer o perjudicar a Maduro, y por ello están en un permanente estado ciclotímico, que los transporta de la alegría a la tristeza y de la esperanza al más acendrado pesimismo.
En cambio, en los sectores populares se observa una actitud de despegue frente a los acontecimientos externos y una preocupación por encontrar fórmulas o mecanismos para resolver y emprender. Por eso, hay iniciativas en las que colaboran entre sí chavistas y los que nunca lo fueron -o ahora no lo son- para desarrollar iniciativas en pro de la comunidad en la que residen. Pronto mostraremos ejemplos de ello en un foro de Analítica, en el que habrá la presentación de 10 emprendedores de La Vega y de Petare, que nos muestran qué se debe hacer para sacar al país adelante.
Las victorias no caen del cielo, hay que construirlas, y eso se logra dejando de ser ciclotímicos y luchando día a día, a brazo partido y con sentido solidario, para avanzar sin temor en la construcción de un país, que no dependa de lo que digan los demás.
El Sócrates platónico nos invita acercarnos a la figura del tirano, al carácter del hombre a través del examen de ese germen en la conciencia tiránica, en presentarnos su dialéctica de libertad y esclavitud implícita. De manera que nos hundimos por condición individual y debido a la carencia de atención y cuido de sí, dentro de esa condición degradante del hombre libre en apariencia. Del exceso de libertad se cae en el exceso de esclavitud. No es presentar las figuras históricas que le han dado.
La dictadura como dominio o Tiranía, y su origen, proviene del el exceso de libertad, y tiene como fin el deseo insaciable del propio bien e interés individual, actitud que le ocasiona su propia perdición. Su tan apreciado bien, la libertad, lo conduce, paradójicamente, a su final como condición de vida. La tiranía conlleva a una pérdida pública de la vigencia y la implementación de las leyes, a lo que se suma el abandono del respeto a la autoridad por inefectiva.