Dos historias verídicas
Una versa sobre el abogado, apodado “Easy Eddy;” del delincuente Alphonse Gabriel Capone o Al Capone (Brooklyn, Nueva York (1899-1947) apodado también Snorky, Al Brown, Albert Costa y Scarface (por las cicatrices de su rostro) que domina el hampa de Chicago, EEUU, de 1920 a 1930. Su tarjeta de visita decía “vendedor de antiguedades,” pero era traficante de licores (muy prohibido), practicaba el matonaje, soborno, protitución y asesinato lo que le significó dinero pero también encontrones con la ley y, para defenderse, contó con los servicio de su hábil abogado: “Easy Eddy,” entrador, leguleyo y, relacionado, mantuvo a Capone fuera de las redes de la ley por mucho tiempo en Chicago en tiempos de delincuencia y violencia.
Capone paga bien el trabajo de “Eddy” ya que éste y su familia llegan a tener una lujosa mansión cercada, en el centro de Chicago, y con servidumbre. El abogado vive rodeado de infractores de la ley incluyendo muertes que lo tienen sin cuidado aunque le preocupa la educación y la formación moral de un hijo que tiene al que da un todo incluyendo una buena educación cuyo precio no es problema. Y pese a su actividad cercana a la delincuencia, está decidido a que su retoño no siga sus pasos y que llegue a ser un hombre mejor que él. Pese al dinero, lo atormenta no poder dar a su heredero un buen ejemplo y nombre al punto de que, un buen día, decide cambiar de rumbo.
Va a las autoridades y denuncia a Al Capone de A a Z en pos de limpiar su nombre y ofrecer a su familia la dignidad que se merece. No vacila en declarar una y otra vez contra la delincuencia de Al Capone y asociados que no escatiman esfuerzo en tomar cartas en “el asunto Eddy” que al poco tiempo es asesinado a balazos en las calles de Chicago. En sus bolsillos la policía encuentra un rosario, un crucifijo, un medallón religioso y un poema para la prensa: “El reloj de la vida se hiere una vez y nadie tiene el poder de predecir cuándo las manillas se detendrán… solo se es dueño del ahora, vive amor, tragina con un propósito, no otorgues fe al tiempo porque el reloj de pronto se detendrá.”
La otra historia es distinta y acaece en la segunda guerra mundial y los héroes que dio. Uno de ellos es el piloto de aviones caza, teniente Butch O’Hare, del portaviones estadounidense Lexington que por entonces opera en el Pacífico sur. El 20 de febrero de 1942, Butch decola en misión de guerra con su escuadrón y a los minutos se da cuenta de que su avión caza no tiene el suficiente combustible para cumplir la misión lo que comunica al comandante… que le autoriza regresar al portaaviones. Renuente, Butch da la vuelta y a los minutos observa que un escuadrón de cazas japoneses vuela en dirección a la escuadra del Lexington desde luego vulnerable. Intenta pero no logra avisar a su escuadrón, tampoco al Lexington.Sin alternativa y sobre la marcha, decide sorprender a los nipones por su cuenta lanzándose a gran velocidad y ametrallando al primer caza japones que despedaza para ametrallar un segundo que derriba y luego un tercero. Ya con poca munición, decide inutilizar el mayor número disparando al timón y alas de dos más que también derriba. Penosamente regresa al portaviones, y las cámaras montadas en su avión corroboran lo acontecido por lo que subsecuentemete Butch devino el primer As de la SGM, y el primer aviador naval en ganar la Medalla de Honor de EEUU. Un año después moría en un combate aéreo. Su ciudad natal, Chicago, en homenage, puso el nombre “O’Hare” a su aeropuerto. Por si no adivinó, Butch O’Hare era el hijo de “Eddy”, el abogado de Al Capone.