¿Hacia dónde va Biden?
Una pregunta difícil de contestar con sustancia, porque precisamente su formulación se basa en el desconcierto y la superficialidad. Su presidencia está empezando, pero su carrera política es de vieja data y más bien luce como un novato en el Despacho Oval.
El desastre de Afganistán lo pone más de manifiesto. Desastre antes y después de la toma de Kabul por los Talibanes. Poco tiempo después de que Biden no lo considerara factible, a pesar de la avasallante evidencia.
Pero no es sólo Afganistán en política exterior, dominio éste que se enreda para Washington por una especie de incoherencia con ribetes de diplomacia.
Es también el campo interno el que se complica por la falta de una política migratoria, por la tentativa de aplicación de la «agenda verde», por una retórica que va y viene en muchas cuestiones, y si, por una aparente debilidad en la conducción de tan complejo país.
En relación con Venezuela no se sabe a qué atenerse. Unos funcionarios dicen una cosa y otros dicen otra. No sé, pero dan la impresión que quieren jugar varias cartas a la vez, no sólo en el caso de Venezuela, sino en casi todo.
Estrategia peligrosa, si es que es algo deliberado. Y si no lo es, sino más bien consecuencia de luchas burocráticas y un liderazgo erosionado, entonces tiene plena vigencia la pregunta: ¿Hacia dónde va Biden?