¿Una normalización sin democracia?
Lograr acuerdos en medio de las dificultades podría estar bien. Por supuesto que los empresarios venezolanos necesitan estabilidad, reglas de juego claras y deben enfocarse en sus actividades para ser más productivos. Sus trabajadores y el país lo demandan. El problema es que el chavismo es absolutamente incapaz de garantizar esas cosas. Las reglas de juego cambian de forma caprichosa y no hay estabilidad en el país con la inflación más alta del planeta, sin financiamiento y con controles económicos nocivos para el crecimiento.
Frente a esta realidad, la propuesta de los empresarios no puede ser más sometimiento. Si se trata de rendirse y someterse, que Fedecámaras pacte con el chavismo está más cerca de un acuerdo para sostener a Maduro en el poder y no de un acuerdo para la solución a los problemas de los venezolanos. Ya fue preocupante cuando los empresarios empezaron a hablar del “modelo chino” o “el modelo vietnamita”, como si la libertad fuese secundaria en la vida de la gente.
El mayor peligro de esta estrategia, que tiene su propia agenda electoral, sus propios candidatos, sus medios de comunicación y sus burbujas de opinión, es que habla de una normalización del país, pero una normalización sin democracia. La paz de los bodegones es la paz de quienes buscan hacer más negocios con personas que podrían estar en un banquillo juzgados por crímenes de lesa humanidad. Normalizar una dictadura es aceptar y hacer silencio ante los presos políticos, los líderes sindicales presos, las desapariciones, la tortura, la censura y la corrupción, porque quien critique será mal visto y será señalado como el agente que genera desconfianza en este mercado que busca la normalidad del flujo de dólares.
La misma Fedecámaras que invitó a Delcy Rodríguez a hacer las paces, fue la que denunció el “holocausto empresarial” en 2019. Esta semana se tomaron fotos con los carceleros. ¿Tiraron la toalla? Ahora anuncian que viajarán a Washington a pedir que le retiren las sanciones al régimen de Maduro.
La diferencia entre una negociación integral y esto que están promoviendo es que le da un salvavidas a unos pocos a costa de sacrificar al resto del país. Se siguen llevando presos a políticos, a defensores de derechos humanos y a líderes comunitarios que son incómodos. No hay garantías para todos los venezolanos y la mayoría queda excluida.
Esperamos que el nuevo presidente de FEDECAMARAS, Carlos Fernández Gallardo, rectifique los pasos.