Ya encontré los votos
Así mismito se lo dijeron. Días antes de que asistiéramos a las urnas para las elecciones primarias de nuestros candidatos a las próximas elecciones. Lo regaron sin desparpajo alguno en muchas oficinas públicas y una cantidad importante de deseos de votar, quedó atrapado en el miedo que esta afirmación produjo. A mí me llegó con lujo de detalles desde una oficina del Metro, donde hay un antichavismo creciente y silencioso. Allí hay una montaña de votos escondidos que se destaparán en octubre. Téngalo por seguro.
El miedo es libre y hace daño.
Cada persona que recibió ese mensaje, alberga los sentimientos de impotencia que suelen arrastrar estas depravadas técnicas de convencimiento. Se siente lo mismo que si viviera en la Cuba de Fidel, donde la represión mantiene las urnas llenas de votos comunistas y las calles vacías de protestas.
Viene octubre y en octubre se pagará este desmadre de cinismo y mentiras. Espere un par de días más, para que observe como la violencia fotografiada en Cotiza fue culpa de Capriles, que merece como mínimo la horca, pues el rojo armado que disparaba será una especie de héroe nacional, que estaba desplegado haciendo trabajo social. Tarek ni siquiera lo menciona.
El tiempo trabaja para nosotros, mientras el gobierno se olvidó de lo que eso significa. Su único trabajo es cuidar la posibilidad de perder la silla. No trabajan y ahora menos. Se les está cayendo todo encima, ahora hasta los derrames petroleros de una industria que también descuidaron.
En esa misma oficina del Metro rueda la desgracia que se convierte en retrasos para los usuarios. No quieren entender que el Metro que manejó Lander y proyectó para el futuro, requería de ampliaciones e inversiones que no hicieron. Ahora, agregando vagones a una línea congestionada piensan resolver los retrasos que producen votos para la oposición. Mientras eso sucede, carpetas van y vienen haciendo pagos fantasmas que dejan como un niño de pecho a Alí Babá y sus cuarenta ladrones.
Nuestra mejor campaña electoral la lleva adelante el gobierno todos los días, en boca de sus voceros, en los pies de sus gerentes y en las manos de sus ministros. No se puede encargar de algo a alguien que desconoce por completo lo que debe hacerse. La improvisación y el amiguismo acaban con un socialismo de bolsillo que sólo sirve para alimentar a los vividores de oficio.
En cada oficina pública hay muchos votos reprimidos, de los que no se sumaron el doce de febrero. Ya encontramos los votos. El tiempo trabaja para nosotros.