Opinión Nacional

De su propia medicina

Ya cansa oír lo mismo de siempre. Estas celebraciones heroicas y pasionales en torno al retorno presidencial luego de otra “épica” donde el salvador (Baduel) está preso por el salvado (Chávez). Y es que la revolución se devora a sus propios hijos y el discurso tremendista, irresponsable e infundado, da para todo. Nuestro máximo líder tiene un doctorado en golpes de estados, él mismo protagonizó el del 4 de febrero del año 1992, y sabe bien las consecuencias del mismo, que en su caso, bajo la estrella de la buena fortuna, le deparó la presidencia nacional, cuando en otros casos, le cabría cárcel perpetua. A la vez, en el 2002, le aplicaron la misma medicina, y ya esto, fue el colmo. Sólo que desde la visión interesada y aprovechada que confiere el poder, el primer intento fue una rebelión, mientras que lo segundo fue una felonía. Es decir, que existen violencias buenas y violencias malas; traiciones buenas y traiciones malas.

Si hay algo perverso y concomitante a éstos regímenes de fuerza cuyos líderes se apropian de la sociedad aplastando a la ciudadanía es que carecen de escrúpulos para hacer borrar de la historia a sus adversarios, ya sean cercanos o lejanos. Jamás olvidaré el doloroso testimonio de un Carlos Franqui en “Retrato de Familia con Fidel”, libro testimonial publicado en el año 1981 donde el afamado periodista que fundó “Revolución”, el periódico clandestino de la guerrilla en la Sierra Maestra, y quién organizó la estación de “Radio Rebelde”, se le hizo borrar de todas las fotografías donde aparecía junto al máximo líder entre los barbudos. Al final, a Franqui no le quedó más que el exilio. Su pecado: plantear algunas observaciones críticas en la conducción de la revolución y sus desviaciones personalistas y autoritarias.

Aquí en Venezuela, vamos por un sendero parecido. A un gobernador adepto en tierras orientales, por defender la salud de sus ciudadanos, y con ello cuestionar la versión oficial de instituciones rojas rojitas como PDVSA, le tienen su entidad prácticamente intervenida, y ya el máximo líder le endilgó el titulo de traidor.

Traidores también somos todos los venezolanos que adversamos políticamente y democráticamente al máximo líder y sus aspiraciones de perpetuarse en el poder. Apátridas, escuálidos, ratas, bobos, majunches, y lo último: mariconsones. Por supuesto, en ésta enloquecida campaña electoral, nada normal por cierto, y que terminará por desquiciarnos más de lo que ya estamos, se nota un inusual nerviosismo en la filas oficialistas.

De tanta proclamar que Capriles y más de media Venezuela conspiran de muy mala manera para sacarle de las alturas, y que por esa vía, los anti-venezolanos nos vamos a quedar con los crespos hechos, uno tiene la sospecha, de que la derrota electoral se les dibuja en la frente. Que los que pudieran resistirse a reconocer la victoria de los demócratas serían ellos.

El Dr. Ángel Rafael Lombardi Boscán es Director del Centro de Estudios Históricos de LUZ

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