Al menos tres muertos deja escalada represiva de los militares en Myanmar
En rechazo al golpe de Estado en Birmania, Gran Bretaña y Canadá se unieron a Estados Unidos al anunciar que impondrán sanciones contra altos cargos militares responsables de la asonada
Lejos de calmarse, la situación se torna cada vez más complicada en Myanmar. Y es que la represión contra las protestas se recrudeció este sábado en Mandalay, la segunda ciudad del país, donde al menos dos personas murieron por disparos de bala de la policía durante una manifestación contra el golpe de Estado de los militares.
El primer fallecido es un joven que fue alcanzado en la cabeza, y su cuerpo yacía en el suelo, inerte, sobre un reguero de sangre, mientras que el segundo murió de un disparo en el estómago. Ambos habían acudido en apoyo de los trabajadores de astilleros en huelga por unirse al movimiento de protesta y a los que las autoridades querían forzar a trabajar.
Con estas dos muertes son ya tres los fallecidos por la represión policial contra los manifestantes que en las últimas semanas han tomado las calles de las principales ciudades para protestar contra la toma de poder por los militares.
Severa represión
Las dos víctimas mortales fueron certificadas por servicios médicos, que precisaron que al menos otras seis personas resultaron heridas por balazos en los incidentes y otras diez fueron arrestadas.
Los testigos afirmaron que la policía reprimió la protesta con munición real y balas de goma, bombas de gas lacrimógeno y con proyectiles metálicos fabricados con tornillos y lanzados con ‘chinas’. «Es como una zona de guerra«, dijeron.
En las redes sociales circulan imágenes y videos -publicados por testigos- de las víctimas, de cascotes de balas recogidos por los manifestantes y de ambulancias con marcas de bala por supuestos disparos de las fuerzas del orden.
Una joven la primera víctima
Las protestas de Mandalay fueron las más conflictivas, pero el movimiento de desobediencia civil desplegó una jornada más a decenas de miles de manifestantes en las principales ciudades del país.
Birmania había amanecido conmocionada por la confirmación el viernes del fallecimiento de Mya Thwe Thwe Khine, una joven de 20 años participante en el movimiento de desobediencia civil, que murió de un disparo de munición real de la policía, según los informes de varios grupos defensores de los derechos humanos.
Los manifestantes homenajearon a la víctima con flores en varios puntos de Rangún y pintaron un mensaje en una de las arterias principales pidiendo democracia y la liberación de los líderes políticos para desafiar la toma de poder de los militares.
La imagen de la joven, que murió en la noche del jueves al viernes tras pasar diez días en estado crítico por el disparo recibido, se ha convertido en un símbolo del movimiento del desobediencia civil.
Las calles del país se han llenado estos días con las protestas masivas contra el levantamiento militar y las fuerzas de seguridad han respondido en algunas ocasiones con cañones de agua, pelotas de goma e incluso munición real.
La junta militar, además, ha intentado aplacar el movimiento de desobediencia civil, que incluye huelgas en la administración y otros sectores, con el despliegue de soldados en las calles, cortes nocturnos de internet a diario y varias leyes que han mermado los derechos de los ciudadanos.
Repudio internacional
A las presiones internas se une la internacional, con llamamientos a detener la violencia policial, como el realizado por la embajada del Reino Unido en Birmania, que expresó en Twitter su condena a la violencia policial tras las dos muertes de este sábado.
«El Ejército de Birmania debe parar toda violencia contra los manifestantes pacíficos. Estamos al lado del pueblo de Birmania«, indicó la Cancillería británica.
El Reino Unido ya había anunciado el jueves, en coordinación con Canadá, sanciones para tres altos cargos militares por sus «graves violaciones de los derechos humanos», siguiendo el ejemplo de Estados Unidos, que fue el primer país en censurar la semana pasada el golpe de Estado e imponer sanciones contra el general Min Aung Hlaing, otros nueve oficiales y tres empresas vinculadas al Ejército, mientras la Unión Europea tiene previsto analizar la posibilidad de aprobar una batería de sanciones.
El Ejército justificó la toma de poder por un supuesto fraude electoral en los comicios del pasado noviembre en los que la Liga Nacional para la Democracia, el partido liderado por Aung Sang Suu Kyi, arrasó, como ya hizo en 2015.
El pasado martes empezó el juicio contra Suu Kyi, que se realiza a puertas cerradas y sin que pueda contar con defensa legal, ya que el tribunal no reconoció a su abogado, Khin Maung Zaw. La antigua consejera de Estado está imputada por varios delitos, que la podrían llevar a prisión por un periodo de entre tres y seis años.