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Carga y Estándar de la Prueba sobre el Cambio Económico

La carga de la prueba así como el estándar de la prueba son dos conceptos del derecho muy utilizados en el campo del Derecho y la Economía –Law and Economics– que pueden ayudar a dilucidar si el llamado a diálogo y a cambio de modelo económico es cierto y su alcance.

 En este sentido, tanto la sociedad civil -como principal doliente de la situación actual- y luego la oposición y el gobierno podrían quedar “forzados” a desempeñar un papel protagónico o cuando menos revelador de sus verdaderas intenciones y alcance, producto de la aplicación de dichos conceptos para que, en términos pragmáticos y no discursivos ni dilatorios, revelen información y señalicen sus verdaderos intereses.

Así las cosas, por un lado, la sociedad civil, la academia, los gremios profesionales y empresariales, entre otros, por constituir quienes mejor pueden conocer su situación -así como la situación económica e institucional del país- para identificar las acciones y las barreras a la actividad económica que deben ser acometidas y removidas respectivamente, deberían plantearle al país y luego especial y específicamente al Gobierno todas y cada una de las acciones que este último puede y debe acometer para iniciar una eventual recuperación económica y cambio en el modelo económico hacia uno productivo maximizado del Bienestar Social. Esta “carga de la prueba” puede recaer sobre estos miembros de la sociedad civil no solo por ser los principales dolientes de la situación actual, sino porque en muchos casos representarían los que permitirían ahorrar costos de identificación y diseño de propuestas de políticas públicas (valórese el hecho que podemos partir de la hipótesis a ser rechazada de que la estrategia del gobierno es dilatoria, por lo que aplique la lógica de aquella fábula donde dos hombres en el desierto apuestan a ver cuál de sus dos camello es más lento y el más lento ganaría el premio convenido. Para llevar adelante dicha competencia y poder saber cuál resulta más lento, habría que, necesariamente, cambiar de jinetes, y cada hombre montar el camello de su contrincante).

Una vez planteado el decálogo de acciones concretas que se requieren para crear un clima de confianza para acometer inversiones y desatar círculos virtuosos de producción y crecimiento económico por parte de la sociedad civil y los gremios empresariales de todos los sectores económicos, le tocaría jugar al Gobierno. El Gobierno quedaría forzado a revelar si efectivamente resulta cierto el llamado a diálogo y al cambio del modelo económico, y su eventual alcance (Valga decir que dependiendo del tipo de juego, en ocasiones jugar primero da ventaja estratégica, especialmente cuando forzas a tu contraparte a revelar, como planteamos, cuál es su verdadera intención).

Esta estrategia como sociedad nos ahorraría muchas penurias y costos. Por un lado tiempo para saber si resulta cierto el llamado a cambio de modelo económico. Por otro lado, conocer el alcance de dicho “cambio”. Y por último y no menos importante porque nos ahorraría una parte del juego dilatorio -en el que se cae en ocasiones involuntariamente- que alimenta la desesperanza, decenas de análisis políticos sin consistencia interna que aseguran que el gobierno está “forzado” a desplegar un capitalismo, que el sector privado será el protagonista de la economía a futuro, que el socialismo y su “estado de la naturaleza” han cambiado o están cambiando y se producirá una recuperación económica más allá de la “economía de bodegones”, etc.

El alcance del reconocimiento de necesidad de cambio así como las acciones públicas efectivas que el gobierno adelante producto de esta estrategia constituirán el estándar de la prueba, basado en evidencias, para ver el potencial real del discurso de “reconocimiento de la crisis y necesidad de cambio”.

Esta estrategia resulta útil para la sociedad venezolana, porque poco importa lo que ciertos analistas pensemos respecto a si el gobierno efectivamente posee los incentivos o no para acometer un cambio de modelo económico. Dejemos a los “protagonistas” hablar y revelar, basados en la evidencia y sus acciones concretas, la verdad detrás de este nuevo discurso de cambio.

Economista UCV.

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