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De aquellos sueños de libertad del 58 a la pesadilla del 98

A lo largo de la vida escolar de cualquier venezolano, el 23 de enero de 1958 fue el inicio de una etapa luminosa, motivo de orgullo, de comparación con otras naciones por un solo hecho: fue la fecha que marcó el inicio de la democracia en Venezuela.

Habitantes de América Latina, Portugal, Italia y España vieron en Venezuela un país de oportunidades, de derechos, de defensa de la libertad. Migraban en masa para aquel país que, como un crisol fundió los colores de todos para hacer gente bella, amable, cariñosa y cordial.

La democracia de los adecos y los copeyanos permitía pensar en prosperidad. Comercios, producción, ganas de transformar. Los políticos de entonces, obnubilados con el dinero que pasaba frente a sus ojos, se corrompieron y, con ellos, los demás. La nueva forma de ganar dinero se puso de moda y, dejó espacio para la redención, la que ofrecía Chávez desde un camión 350 después que fuera indultado por Caldera después de que el teniente coronel se levantara en armas contra el gobierno de Pérez.

Enero de 1958 significaba para los venezolanos un punto de quiebre, el fin de las montoneras, las botas militares, el autoritarismo… y, tanta clarividencia de pensamiento limpio y ético hizo que Chávez ganara las elecciones de 1998.

Entonces, todo lo avanzado en cuarenta años, todo lo bailado en aquella democracia, empezó a desmoronarse con una promesa que parecía absurda: jurar sobre la moribunda constitución de 1961, esa que tanto había costado, que se había creado sobre la base de los aprendizajes de tantas naciones, de las guerras, de los sufrimientos en la Rotunda o en los calabozos de la Seguridad Nacional.

Las cosas cambiaron. El 23 de enero de 1958 se desdibujó en la memoria y se suplantó con el fracaso de un golpe de estado, el del 4 de febrero de 1992. Un momento que era necesario borrar de las hemerotecas, se convirtió en un día de celebraciones, de señalar al año 1958 como el inicio del odio entre clases, de las diferencias sociales, de la corrupción de la alternancia en el poder de los partidos políticos dominantes.

Aquella huida de Marcos Pérez Jiménez en ‘La Vaca Sagrada’ con un par de maletas llenas de dinero, se ha convertido en una caricatura, hasta una mofa de lo que hacen los chavistas con el dinero de los venezolanos: aviones llenos de lingotes de oro o, transferencias multimillonarias que engordan cuentas en paraísos fiscales.

Los sueños de 1958, en los que Venezuela despertaba de las dictaduras del siglo XX para ser un país demócrata, se han convertido en pesadillas de hambre, en matones de todo tipo, en persecuciones.

Ya no es fecha de celebraciones. Se conmemora cómo se fue de las manos aquella Venezuela, una que se añora, aunque tuviera más defectos que virtudes, no como este régimen de sátrapas y fariseos que han hecho de la vida de lo que queda de ciudadanía sea un espanto.

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