El asalto al Palacio legislativo de EEUU
Ha sido un atentado delictivo e imperdonable contra senadores, diputados y el vasto personal de apoyo de hombres y mujeres que conforman el poder legislativo de la república federal estadounidense cuyo pueblo históricamente elige por sufragio a los senadores y diputados que deben representarlos en el poder legislativo, y lo han hecho democráticamente por dos siglos y medio, hoy por más de los 330 millones de habitantes del país y sus estados no colindantes y por los territorios de ultramar. En septiembre de 2020 la FBI y el Departamento de Seguridad Interna alertaron que los grupos que proclaman la supremacía de la raza blanca en el territorio de EEUU –y no agrupaciones extranjeras ni grupos de izquierda—representaban la mayor amenaza al orden estadounidense.
El anterior asalto al Congreso de EEUU fue inglés, en 1812, pero este del 6 de diciembre de 2021, es un asalto inédito de miles de estadounidenses de raza blanca, fanáticos y violentos de ultraderecha y sus seguidores, varios de ellos conocidos por las fuerzas del orden. Los miles de manifestantes reunidos en la mañana del 6 de enero no lejos del Congreso, muchos de ellos asaltantes, azuzados por Trump que ofreció públicamente marchar con ellos y no lo hizo, no escatimaron esfuerzo en recurrir a vejámenes medievales en su cometido de seguir las vociferantes instrucciones de su mandamás en su afán de desacreditar e incluso anular las elecciones presidenciales del 4 de noviembre de 2020 que ganó el candidato demócrata Joe Biden… que está presto a asumir el poder el 20 de enero de 2021.
Lo que más hiere el prestigio democrático estadounidense es que haya sido el presidente de EEUU en ejercicio el que ha instigado semejante asalto a la democracia de su país en un afán dictatorial nazi-fascista de tomar el poder por asalto desconociendo la autoridad que, en la mentalidad de la mayoría de la población, tiene la Constitución del país y sus enmiendas una de las cuales, la 25, permite al vicepresidente declarar “incapaz de gobernar” al presidente y, con el voto del Congreso, destituirlo ipso facto. Pero al parecer esta alternativa se debilita, y es la Cámara de Diputados la que concreta un segundo juicio político, esta vez apoyado por un número de senadores republicanos que son del partido que dizque lidera Trump.
A. Applebaun, The Atlantic, dice que “enarbolar la democracia a lo largo de la historia de EEUU ha sido el mensaje más enaltecedor hasta que llega este presidente que lo socava incitando a la violencia.” El presidente saliente viene rechazando los fundamentos básicos del gobierno de EEUU, intenta revertir los resultados de la reciente elección presidencial, invita a sus seguidores a la insurrección y luego ensalza a los insurrectos. Bloomberg news agrega que “la derecha política y callejera del país ahora llama nada menos que a la protesta armada en todo EEUU” y sobre todo en las capitales de los 50 Estados en los días anteriores a la toma de posesión del 20 de enero del presidente electo democráticamente, Joe Biden.Los países amigos se exaltaron ante el asalto al Congreso. El Sec. Gen. de la OTAN y los Primer Ministros de Dinamarca y el Reino Unido, el min. de RREE de Suecia, el min. de defensa de Israel, el presidente de Chile y varios otros líderes de naciones condenaron lo que veían en la televisión de EEUU. Estos lo tomaron como un ataque a sus respectivas democracias. Un líder político alemán incluso dijo que el ataque al Congreso de EEUU hería a todos los amigos de EEUU.