El Editorial

No nos chupemos el dedo

El 6 de diciembre el régimen está convocando elecciones parlamentarias. Su intención es revertir el triunfo que la oposición logró en el 2015 cuando controló las 2/3 partes de la Asamblea Nacional.

La expresión anglosajona “fair play” (juego limpio) no existe en el léxico del oficialismo. En aquella oportunidad, de inmediato el TSJ anuló la elección de 3 diputados por Amazonas, número exacto requerido para arrebatarle al pueblo la mayoría calificada en la AN. No pasó mucho tiempo antes de que declararan al Parlamento en desacato, aunque eso no está previsto en la Constitución.

La esencia misma de la democracia exige que haya independencia entre los poderes. Ya Aristóteles había atisbado tal división, pero fueron Montesquieu y Locke quienes la consagraron.

“Le pouvoir arrête le pouvoir” (el poder frena el poder) decía Montesquieu -uno de los grandes filósofos políticos del Siglo de las Luces- quien sostenía en su obra L’Esprit de Lois: «todo hombre que tiene poder se inclina a abusar del mismo; él va hasta que encuentra límites. Para que no se pueda abusar del poder hace falta que, por la disposición de las cosas, el poder detenga al poder».

Y John Locke afirmaba ya en el Siglo XVII que el poder de las decisiones no debía concentrarse para evitar la tiranía y por tanto debían existir órganos de poder distintos que se controlarían unos a otros, todo articulado en un sistema de equilibrios y contrapesos.

¿Ignorancia u osadía? No se sabe. Pretenden burlarse de los grandes pensadores políticos que a lo largo de cuatro siglos han conformado el sistema democrático actual.

Con la intención de usurpar todos los Poderes Públicos, en esta oportunidad el régimen pretende convocar a unas elecciones parlamentarias en medio de un fangal de violaciones constitucionales, comenzando por la designación írrita de un CNE por parte de un Tribunal Supremo de Justicia, teñido a su vez de ilegitimidad.

De paso, el TSJ procedió a intervenir 7 partidos políticos -incluyendo AD, Primero Justicia y Voluntad Popular- designándoles autoridades sumisas al régimen y apoderándose de sus símbolos. Se trata de un engaño vil al soberano para hacerle creer que la oposición está participando en las parlamentarias.

En respuesta, Juan Guaidó convocó a un Pacto Unitario con de 37 partidos políticos, reiterando “no participar en el fraude del régimen y convocar una Consulta Popular que se llevará a cabo entre el 7 y el 12 de diciembre” y cuyo resultado es vinculante conforme al Art. 70 de la Constitución.

La comunidad internacional también ha reaccionado. El Grupo de Lima, el Grupo Internacional de Contacto, EEUU y la Unión Europea han expresado su rechazo ante las acciones para convocar a unas elecciones parlamentarias en 2020 sin condiciones libres ni justas. El Grupo Internacional de Contacto, encabezado por Uruguay, lamentó una renovación del CNE que «socava la credibilidad del próximo proceso electoral” y la OEA rechazó la designación «ilegal» del CNE y recordó que se necesitan organismos independientes para celebrar unas elecciones «justas, libres y transparentes» en el país. La Oficina del Alto Comisionado de la ONU para los DDHH liderada por Michelle Bachelet indicó que «las recientes decisiones del Tribunal Supremo de Justicia disminuyen la posibilidad de construir condiciones para procesos electorales creíbles y democráticos» y “nombran nuevos rectores del Consejo Nacional Electoral sin el consenso de todas las fuerzas políticas e interfieren en la organización interna de dos de los principales partidos políticos de la oposición”.

La situación es clara. Bajo malicia y engaño se pretende hacerle creer al pueblo y a la comunidad internacional que en Venezuela todavía funciona el sistema democrático y que el soberano tendrá la oportunidad de expresarse el próximo 6 de diciembre. Nada más contrario a la realidad.

Es tal la desesperación del régimen por mostrar una participación popular en el proceso, que Maduro ha llegado a decir que que los militares buscarán a la gente “desde la puerta de su casa hasta el centro de. votación, y del centro de votación a su casa”. La intimidación es evidente.

Pero la verdadera calaña del régimen se pone de manifiesto en las expresiones de uno de sus máximos exponentes quien ha tenido la desfachatez de afirmar: “El que no vota no come”.

Que quede claro, el 6 de diciembre, no importa por quien se vote, todas las opciones implican votar por Maduro. No nos chupemos el dedo.

José Toro Hardy, editor adjunto de Analítica

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