Opinión Nacional

No estaba muerte, estaba de parranda

Injustos somos los venezolanos cuando circulamos rumores que no se corresponden con la realidad, cuando por todo medio de comunicación social habida o por inventar –  Twiter, Facebook, perolito, teléfono, telegrama, pneumatique,  carta, artículo de prensa, runrunes,  chismes, radio pasillo, radio bemba, etc. – nos dedicamos a propalar comentarios malsanos que no se compadecen con la realidad verdadera.

Así ocurrió con la ausencia más que justificada del LÍDER. Resulta y pasa que tirios y troyanos, escuálidos y rojitos, Proculeyanos y Sabinianos, Capetos y Montescos, civiles y militares, se enfrascaron en una feroz discusión acerca del estado de salud del Gran Barinés, sin creer en lo que dice y afirma: que está bien, un poco cansado y  adolorido como es natural, después de tanto viaje pa´allá y pá acá.

En mi caso, yo hubiera hecho lo mismo, tomarme unos días de vacaciones para irme – como lo anuncian los folletos de viajes imperiales –  a una isla paradisíaca del Caribe Mar,  en hotel 5 estrellas, más si puedo viajar a mis anchas en avión privado con mi familia y mis colaboradores más cercanos con todos los gastos pagos. ¡Ni pendejo que fuera!

Es que bien se lo merece EL LÍDER, son casi tres décadas de trabajo parejo sin ir siquiera al baño y a punta de puro café,  de ácidos regaños y de amargos desencantos, porque como dice el chiste, la diferencia  entre ËL y Tarzán es que ambos viven rodeados de animales, pero a Tarzán le hacen caso. Para muestra una ristra de botones: autopistas, hospitales, aeropuertos, línea aérea, metros regionales, caminos vecinales, casas ofrecidas,  ambulatorios, todo a medio construir en una permanente promesa de que pronto estarán terminados o reparados. Es la gerencia del  casi listo.

Así que para envidia de todos, el injustamente calumniado nos comunica orondo que está comiendo patacones fritos en aceite extravirgen sin Ketchup imperialista, que está comiendo sanito pues: sopita de mariscos frescos, langosta al termidor,  lenguado a la plancha y su infaltable dulcito en almíbar.

Para celos de todos nos envía  pues sus fotos donde un poco hinchado de felicidad, aparece deportivo, con su daiquiri en la mano y su guirnalda de flores en el cuello, arrimándose al mingo como siempre le ha gustado hacer. Sin embargo, acá lo espera un experto en petanque, en bolas criollas, listo para darle el boche definitivo a la bola roja. 

¡Venceremos!  

 

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