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Oración a “Santa Gasolina”

No es la particularidad de la oración lo que la hace poderosa. Aún cuando la palabra pronunciada puede imprimirle energía y poder. Es también el modo de expresarla, tanto como la manera de articular cada frase. Esto vale para toda oración en tanto que como manifestación de fe, sea emanación de esperanza bajo cuya consideración se adquiere la confianza necesaria que le da sentido a la fe.

Aunque la oración desplegada en esta disertación no está dirigida a ninguna deidad canonizada por intercesión del Vaticano y la venia del Santo Papa que para el momento esté a la cabeza de la Iglesia Católica en el mundo. La misma ha sido elaborada con el objetivo de encarar dos propósitos.

El primero, para motivar la reflexión que lleve a concienciar al lector sobre el problema del combustible fósil. Su desaparición del mercado venezolano ha provocado  serios problemas relacionados con el goce y ejercicio irrenunciable a derechos humanos fundamentales. Según lo determina la Constitución de Venezuela. 

Especialmente, aquellos preceptos concernientes con el libre desenvolvimiento del venezolano (Art. 20). Respecto del hecho según el cual las personas son iguales ante la ley (Art. 21). Asimismo, en relación con el tránsito libre y necesario (Art. 50). O porque es negado el acceso a la justicia. Y en consecuencia, hacer valer sus derechos e intereses (Art. 26). Y que a su vez, esta traba inhibe el derecho de la persona a reunirse (Art. 53). A vivir exceptuada de someterse a situaciones de subordinación (Art. 54). A sentirse desprotegida por el Estado venezolano frente a condiciones que puedan poner en riesgo su vida. En fin, condiciones estas que encubren delitos contra los derechos humanos cometidos por diversos funcionarios. Y que supuestamente, son sancionados por el Estado (Art. 29)

El segundo propósito de la oración a “Santa Gasolina”, busca incitar la necesidad de elevar la protesta que corresponde al problema de padecer la profunda desdicha que causa vivir en un país contradictorio en toda su magnitud. Un país que, teniéndolo casi todo, se ve ahora desprovisto de tantos recursos que son imprescindibles para una vida acorde a la dinámica establecida por el desarrollo tecnológico, económico y social. Es decir, un país casi destruido en su acepción más rigurosa. Razón suficiente para acogerse al artículo constitucional 350, el cual prescribe desconocer cualquier régimen o autoridad que obstruya valores y principios. O quebrante derechos humanos que exalten el respeto a la dignidad del venezolano. Y a la democracia sobre la que debe fundamentarse la institucionalidad nacional.

Sin más preámbulos explicativos que justifican la idea de exponer la oración a “Santa Gasolina”, hela aquí. Aunque vale precisar que es una trova que, a manera de reclamo-recriminación, se dirige al poder político que desbarató a Venezuela. Tanto, que hasta sin gasolina y demás servicios públicos (gas, electricidad, alimentos, transporte y muchos más) dejó al país. Además que arrasó con industrias, comercios y finanzas públicas. En síntesis, la corrupción en asociación estratégica con la represión, jugó su mejor papel.

¡Oh Santa Gasolina! / Elevo mi plegaria en mi condición de ser tu fiel devoto / Más, desde que vivo la necesidad de movilizarme a instancia de mis obligaciones y preferencias / a juicio de mis libertades y derechos / Gracias al vehículo que por tu mediación pude adquirir. 

¡Oh Santa Gasolina! / Sacadle los demonios a quienes son incompasibles con tu benevolencia / Que tu bondad vuelva a ser la causa que conduzca realidades justas y benignas / Que por la mortificación del hidrocarburo como tu bendecida fuente natural / y por la predicación de la piedad entre quienes has ungido con la miel de tus aceites  y derivados / concedednos la gloria de volver a ti para recobrar la fuerza que mueve los motores de este país caído en desgracia / Para que así, podamos actuar con la capacidad y gracia de seguirnos viendo cuales seguidores del secular personaje de la TV (en blanco y negro), el afable y dinámico personaje: Meteoro.

¡Oh Santa Gasolina! / Suplicamos a vuestra Majestad / que por tu omnipresencia / sigas animando nuestra humanidad que es propia de quienes somos: seres de gasolina / Siempre seguiremos rindiéndote beneplácito culto a vuestra Santidad / Y demostrar a la vida lo maravillosa que eres energizando nuestros vehículos y demás equipos que necesitan de tus bondadosas virtudes.

¡Oh Santa Gasolina! / Siempre sabremos venerarte / Independientemente de los hombres que con sus maldades quieren conculcar tu santa protección / Crueldades que nos tienen postrados en el vacío que ha dejado la falta del tan preciado combustible / Y aunque la flojera de caminar nos ha envuelto / siempre estaremos clamando por tu fuerza y misericordia necesaria para movilizarnos en nuestros vehículos / Antes que los diabólicos bichos carcoman su apariencia y su máquina / Amén.

De apelarse al ejemplo del venezolano inconforme, libertario y justiciero, es posible que sea respondida la oración a “Santa Gasolina”.

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