Hasta cuándo prolongar la agonía
Es evidente que nuestro país está al borde de una implosión. Ya la situación es insostenible para la inmensa mayoría de los venezolanos que para sobrevivir, en algunos lugares remotos de nuestro territorio, tienen que pagar el litro de gasolina en hasta más de 10 dólares.
La corrupción ha hecho metástasis, y para cualquier servicio hay que bajarse de la mula para ser atendido y poder resolver.
Por otro lado, se incrementan a diario la escasez de gas, las fallas en el suministro eléctrico y, por si fuera poco, el Covid-19, en su etapa de aceleración, está haciendo estragos.
La hambruna ya no es una hipótesis de laboratorio. Ahora, con la liberación de 30% del encaje bancario, la consecuencia lógica será que el valor del dólar se disparará a límites impredecibles y con ello se acelerará la inflación y, por ende, los alimentos serán inaccesibles a muchos por su alto costo.
Entonces ¿qué sentido tiene apoyar la agonía con unas elecciones ficticias que llevarían a que esta situación se prolongue al menos hasta enero del año que viene? ¿Acaso la gente podrá soportar por 4 meses más unas circunstancias que no tienden a mejorar, sino todo lo contrario?
La única salida responsable para con el pueblo venezolano es negociar la salida y permitir la instalación de un gobierno de emergencia nacional que nos conduzca en el tiempo requerido a unas verdaderas elecciones libres y verificables, tanto de un nuevo Presidente de la República, como de una nueva Asamblea Nacional.