Para que la República renazca
El fracaso de la política y la imposición del mal común obligan moralmente a toda la sociedad a asumir la responsabilidad del rescate de la República. Con la reinante y creciente negación de la vida y la dignidad humana, la omisión es complicidad y grave pecado.
1-La GENTE (incluidos los chavistas) quiere cambiar, salir del régimen y de Maduro que lo sostiene, librarse de la pesadilla actual y volver a vivir. Cuanto más dure, más se agrava y más difícil será renacer. Venezuela sabe que la oposición democrática está en contra del régimen, pero no está muy convencida de que tenga la voluntad política y la prioridad económico-social para salir de la actual indigencia nacional.
2-La DICTADURA organiza una elección parlamentaria para perpetuarse, para no cambiar. La organiza de manera fraudulenta, eliminando toda posibilidad de perderla. Lo fundamental es quitar a los demócratas la AN legítimamente electa y eliminar a su presidente Guaidó que -a pesar del desgaste- es legítima referencia principal para los demócratas de América y Europa y para la oposición nacional.
Esta elección dictatorial y usurpadora ha tomado decenas de decisiones, violando la ley y la Constitución y cambiando todo lo que le convenga. Hasta eliminó el voto indígena universal, libre y secreto y ha establecido una elección comunal a mano alzada y con candidatos filtrados. Claramente la próxima elección parlamentaria es una burla y no un camino hacia la democracia.
3- El punto político más débil del régimen es LA NECESIDAD Y DESESPERACIÓN DE LA GENTE aplastada por la pobreza y las carencias económico-sociales cotidianas. Es el mayor potencial político para salir de la usurpación.
En USA, Alemania o España, en la actual crisis la economía (producción, empleo, ingresos de decenas de millones…) premia a los gobiernos o los derrota. Mucho más en Venezuela donde la pobreza extrema llega al 80%, la mayoría de las empresas están semiparalizadas debatiéndose entre el cierre y la sobrevivencia y la agonía de todos los servicios públicos deja en evidencia el desastre de la gestión pública. Al malestar vital políticamente explosivo le falta expresarse en miles de puntos del país de manera descentralizada y no fácilmente reprimible y convertirse en el centro de la protesta política. La economía social y la activación empresarial productiva se han convertido en factores políticos de máxima prioridad. El mal común impuesto por la tiranía reinante no se podrá revertir sin la salida del dictador y sin una enorme y excepcional unidad nacional e internacional para la reconstrucción. El Dictador no quiere cambiar el modelo impuesto, ni podría lograr el imprescindible apoyo nacional e internacional.
Cuando las instituciones políticas se prostituyen y violan la Constitución, todos los ciudadanos tenemos “el deber de colaborar en el restablecimiento de su efectiva vigencia” (Constitución art. 333) Sin excluir a los partidos, todos los factores no político-partidistas como las iglesias, las universidades, gremios, asociaciones, jóvenes, trabajadores, empresarios… que constituyen la sociedad civil organizada asumen su responsabilidad del bien común y constituyan la unidad superior nacional e internacional. Por eso la Iglesia católica, los universitarios de las diversas casas de estudios, los socialcristianos, las academias en conjunto van coincidiendo en sus lúcidos y dramáticos comunicados… No vale decir “no nos metemos en política”, pues la Sociedad Civil es fundadora y responsable de la República.
4- LOS POLÍTICOS de todos los colores, junto con los diversos liderazgos de la sociedad civil organizada y los militares necesitamos una DOBLE CONVERSIÓN:
–Conversión a la tragedia económico-social de la gente centro de las propuestas y de la acción política.
-Conversión a la unidad superior para reconstruir el país cambiando el régimen. Unidad muy inclusiva de partidos, grupos de la sociedad civil y líderes de diversas instituciones sociales. Unidad excepcional – aun de quienes no se hablaban- y sorprendente que sacuda al país desalentado y lo ponga de pie.
Cada sector desde su especificidad, cada comunidad desde su lugar geográfico e identidad tiene que decirle al país y al mundo que este infierno no puede continuar. Sin esta conversión y movilización nacional de todos nosotros superando límites de instituciones, barreras y diferencias legítimas, el inmenso apoyo democrático internacional será impotente y quedará en buenas e inoperantes declaraciones. Al igual que los buenos manifiestos internos.
La ética de la reconstrucción nos exige trascender las restrictivas togas, sotanas, gorras militares y franelas partidistas, para juntos centrarnos en el esfuerzo de reconstrucción. Esfuerzo superior sostenido, uno y múltiple, para que Venezuela regrese a la vida en democracia.