El Editorial

Cómo articular una unidad vencedora


Al igual que en cualquier acción humana que quiera lograr cambios beneficiosos para la sociedad, se requiere que haya un entendimiento básico en el objetivo a lograr, o lo que en otros términos se denomina, una estrategia común. Luego viene el cómo lograrlo lo más pronto -y con el menor costo- posible , las diversas alternativas existentes, es decir, las tácticas requeridas para que la estrategia tenga resultado positivo y, por último pero no por ello menos importante, convencer a la colectividad que debe apoyar la iniciativa porque el triunfo es posible.

Pues bien, actualmente, en nuestro país, lo único que es común es el deseo de la inmensa mayoría de los venezolanos y de paso de una parte considerable de la comunidad internacional, es que la situación actual cambie.

Lamentablemente, a lo interno, ni siquiera en la estrategia de cómo lograr que la dictadura salga hay el necesario consenso entre los actores políticos, ya que unos piensan que la intervención militar externa es esencial, otros que hay que votar para avanzar y el sector más amplio sostiene que se requiere más presión internacional para negociar una salida del régimen.

Las tácticas ante estas visiones estratégicas naturalmente difieren y hasta ahora no se ha visto que ninguna de ellas termine de convencer a la colectividad.

En momentos tan críticos como los que estamos viviendo, a falta de un liderazgo que pueda unificar posiciones, sería necesario que los diferentes actores políticos iniciasen un proceso de autocrítica y de valoración objetiva del por qué sus respectivas estrategias no han alcanzado, y pareciera que no alcanzarán, al menos en el corto plazo, lograr el objetivo deseado. Y luego de culminar ese proceso de reflexión interna, abrir un espacio de diálogo entre los que en realidad aspiran a un verdadero cambio y definir una estrategia común y adoptar las tácticas necesarias para alcanzar lo antes posible el fin deseado.

Sabemos que ese proceso no es fácil porque implica que se debe renunciar, al menos en parte, a las estrategias propias y acordar una que sea aceptable y convincente para unir a la colectividad en la lucha para lograr un cambio positivo en nuestro país.

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Un comentario

  1. El liderazgo político en las democracias representativas implica concebirlo como la acción ejercida en una serie de retos estratégicos, y tales retos deben ser afrontados por los líderes políticos y partidarios, concentrándose el trabajo del líder político en dos tareas principales: por un lado, la construcción de identidades políticas con objeto de movilizar a ciertos grupos de seguidores; por otro, promover y seleccionar determinadas políticas públicas vinculadas a un acuerdo de voluntades.
    Hemos logrado llegar a la presencia legítima de un líder que derogó, fundado en la Constitución, la falsa representación del usurpador. Más allá de esta realidad ya comprobada y ratificada por países liberales e instituciones políticas, todavía no hemos alcanzo uniformidad en los programas, con la aquiescencia respecto de las ideas y planes dirigidos por el gobierno presidido por un gobernante interino y legítimo conforme a la CN.
    La cultura política está cargada de contradicciones, que tienen su origen en la frágil unión de planes dirigidos a la reorganización social.
    Tales obstáculos deben ser superados.

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