El arte de enseñar
Cuando hablamos de un Estado Forajido aunque no nos referimos propiamente a un Estado, sino más bien a un gobierno que es capaz de traficar con drogas, encarcelar, herir, torturar y matar y además, a través de un monopolio mediático, también es capaz de deseducar a la población para que practique todos esos delitos.
A primera vista parece un imposible porque la naturaleza humana rechaza esas conductas. Sin embargo es posible cuando desde temprana edad se construye en la mente infantil la existencia de un mal tan extremo, tan espantoso, que justifica todo absolutamente todo lo que se haga para destruirlo. Ese mal es el capitalismo, el imperio.
Cuando el teniente Cabello exhibe en sus manos la cédula de identidad de Juan Guaidó en la televisión está enseñando a toda la población, pero muy especialmente a la niñez, que el robo no existe, si quien se apodera de lo ajeno cuenta con la fuerza suficiente para eso que llaman “salirse con la suya”.
Cuando el tío del señor Guaidó es privado de libertad por ser portavoz de un chaleco antibalas, se está educando a la población para que sepa que la privación de libertad prohibida en la constitución, puede llevarse a cabo sin que exista delito alguno, sino únicamente fuerza suficiente con la cual imponerla.
Cuando el mismo teniente, replica a los dueños de la aéreo línea que transportó al señor Márquez y negaron que pudiera haber armas y explosivos a bordo del avión; y por lo tanto que no los podía llevar consigo el señor Márquez, está enseñando a la población que la detención del señor Márquez fue decidida por el teniente, o por el usurpador encargándole al teniente su ejecutoria, por ser el señor Márquez quien es; y lo de las armas y explosivos encontrados un cuento para tratar sin éxito de justificar su detención; y de nuevo ‘educar’ a los niños; porque inclusive los adolescentes ya aprendieron del pedagogo Jaua, que la única persona que viaja en avión con armas escondidas es la “niñera” de las hijas de Jaua; sin importarle originar un conflicto internacional, no con los portugueses dueños de la aéreo línea que transportó al tío del señor Guaido, sino contra sus descendientes, los brasileros, en cuyo país aterrizó “la niñera de Jaua” con una pistola escondida en la maleta donde llevaba sus sostenes y pantaletas.