Apertura parlamentaria
La apertura de un nuevo período de sesiones, actualizó las contradicciones fundamentales del parlamento venezolano. Una de ellas, el harto vanidoso aunque insincero ejercicio de la mayoría oficialista que no guarda correspondencia alguna con el porcentaje real de los sufragios populares obtenidos, mientras que la minoría reconocida en el hemiciclo (nada más y nada menos que 40%), todavía no encuentra la brújula de una contundente, definitiva y eficaz orientación política. No obstante, deseamos consignar tres observaciones adicionales a propósito del evento de instalación.
Por una parte, la designación de Diosdado Cabello, obviamente adedado por Miraflores, reporta la intensa pugna de corrientes e intereses gubernamentales que, además, apuestan por una determinada sucesión de quien aún no expone el diagnóstico concluyente de la enfermedad que padece, impidiendo que otros lo hagan o indaguen. Gesta del equilibrio forzado, ante las expectativas de un triunfo opositor en los venideros comicios presidenciales, el compromiso es el de la radicalización que equivale al desconocimiento de la independencia e identidad de un órgano del Poder Público.
Fernando Soto, la otra circunstancia del equilibrio, no recibió el reconocimiento que supusimos por la postulante de Cabello, adquiriendo fuerza la presunción sobre las rivalidades suscitadas por la gestión administrativa de la Asamblea Nacional. Vendrá la etapa de los reacomodos internos, destacando unos diputados en desmedro de otros en la órbita oficialista, convocados todos a una campaña electoral que será la de una supervivencia que la asumen no sólo política, sino personal.
Por otra parte, peligra todavía la inmunidad parlamentaria como institución. Únicamente es valedera para el chavezato, pues todo debate, propuesta normativa y – un dato esencial – investigación de profundo calado, capaz de conmover a la opinión pública, necesitará de la represión mediata e inmediata de los opositores, despojándolos de las herramientas concedidas por el voto ciudadano, aún fruto de un inadvertido incidente ordinario de calle.
Quizá porque la convocatoria de una asamblea constituyente está en el horizonte del ganador de un signo u otro, intentando simplificar y zanjar en 2012 toda la complejidad de un proceso político, el que viene cabalgando sobre lo que no terminará prontamente de diluirse, la legitimidad del parlamento parece interesar sólo a aquellos que pudieron alcanzar la curul. En tal sentido, luce indispensable llamar la atención en torno a los sectores antiparlamentarios de la oposición.
Finalmente, no olvidemos la manipulación oficialista de las tribunas que monopolizan y ayudan a ambientar un hemiciclo que, a ratos, no parece seguro ni para los parlamentarios. Nunca antes se había visto semejante espectáculo de agresión, al que ayuda – el otro monopolio – la trituración televisiva, falsificando la realidad, al igual que la propia oposición con sus improvisaciones.
En efecto, bastará ilustrarlo con la sesión inaugural del presente año, hay un ausentismo injustificable aún del suplente llamado a cubrir la vacante, cierto desconocimiento del trabajo parlamentario y bastante de exhibicionismo por lo que respecta a la oposición. No hubo asamblea de los miembros de la MUD parlamentaria ni reuniones previas de las bancadas que la integran, por lo que los planteamientos – ¡hasta la propuesta de un diputado suplente como subsecretario! – fueron de una pusilanimidad inconcebible, excepto las concretas acusaciones contra Cabello, verificándose lo que habíamos alertado a la dirección del partido en el que militamos.