Obviar a Chávez: ¿una buena estrategia?
1 La sabiduría convencional de los asesores electorales en Venezuela ha advertido desde siempre: «Ni se te ocurra atacar frontalmente a Chávez porque entre él y los desdentados existe una inefable conexión emocional que puede revertirse contra ti.
Además, el Hombre está enfermito y no te luce, pana. Te deja mal».
Esta premisa ha sido desplegada y glosada en presentaciones hechas con Powerpoint y refrigerio a las 10 de la mañana, en artículos dominicales y en prolongadas encerronas de trabajo desde hace suficiente tiempo como para que se haya mineralizado en lo que el premio Nobel 2011, Daniel Kanahan, llama el «Sistema Cerebral 1» de nuestra clase política.
Así, la tarea de muchos precandidatos de oposición se ha orientado a encontrar y apoderarse de «un tema» que le permita avanzar en la conquista del voto de quienes, con razón, presume sus electores naturales de clase media y media alta, pero sin espantar a los sectores más cerrilmente la palabra «cerril» no viene de «cerro» pero en este contexto creo que añade un matiz afectos al Gran Charlatán.
La hipótesis detrás de esta restricción es la de que el país al que la oposición está obligada a cortejar y atraer es una masa, digamos, premoderna, mestiza ypolicarente. Son los «cerrícolas» así bautizados muy atinadamente por el novelista venezolano Ángel Gustavo Infante , actores sociales mayoritariamente «afrodescendientes», obnubilados desde hace casi tres lustros por el carisma manirroto del caudillo Hugo Chávez. Son los congéneres de Tibisay, a quien Boris Muñoz retrató cabalmente en un brillante reportaje preelectoral titulado «Chávez, con el porvernir a la espalda».
Ninguno lo admitirá sin ofrecer resistencia ni siquiera en privado , pero esta calculada inhibición, esta restricción temática que ciñe el discurso electoral a lo periférico, ha alentado entre los precandidatos una competencia por dar con la familia de temas «no confrontacionales» que les permitan ofrecerse como una alternativa al estatismo «socialista» a los ojos del electorado comanche, a su vez cautivado por el histrionismo de Chávez y cliente de las dádivas que reparte con largueza la filantropía colectivista del régimen petrobolivariano. ¿Cuáles son esos temas de campaña? Son temas potencialmente fructuosos para los tres precandidatos que verosímilmente pueden ganar las primarias. Son temas que, ciertamente, obseden a casi todos los venezolanos sin importar su condición social. No son banales, pero al abordarlos, dichos precandidatos sólo señalan la piedra y no a la mano que la arroja.
Uno de ellos, el más señalado, es la inseguridad, desde luego. Otro es la educación como expediente que permita salir con paso firme de las trampas de la pobreza. Otro la inflación que nos castiga a todos, pero que se ensaña con los más pobres.
Son temas, por cierto, que han sido abordados con lo que juzgo muy responsable sentido de urgencia, tanto por Henrique Capriles Radonski como por Pablo Pérez y por mi amigo, el recordman de los 110 metros con vallas, Leopoldo López.
Otros elegibles dragonean, patética e inverosímilmente, como lo hace Diego Arria, con una «turborrestauración» preliminar del Estado de Derecho venezolano que culminaría con un Hugo Chávez esposado, con pijama a rayas y sentado en al asiento trasero de la patrulla que lo conducirá ante la Corte Penal Internacional de La Haya, digamos entre Carnaval y Semana Santa de 2013. En todo caso, antes de que el carcinoma instilado por la CIA sentencie el último out.
De Pablo Medina sólo sé que ha ofrecido convocar otra Constituyente refundadora de la república ¡una más! y prometido que, de ganar todo es posible en Costaguana , aumentaría sin titubear el precio de la gasolina.
2 Todavía no se ha asentado la polvareda que el fin de semana pasado levantó lo que en un artículo «María Corina: ¿Cisnenegro?» , publicado en El Mundo, economía y negocios (18-1-2012), llamé el «onetwo» de María Corina Machado.
Valgan lo que valieren los puntos que en este momento pueda mostrar Machado en las encuestas previas al 12F, esto es, valgan lo que puedan valer sus posibilidades reales ante el precandidato que encabeza los sondeos, el hecho escueto es que, tanto su intervención impromptu durante la memoria y cuenta presidencial ante la AN, como la presentación de su programa de gobierno, desoyeron la admonición de los expertos y encararon inequívocamente a Chávez y su «proyecto» de algún modo hay que llamar a la catástrofe castro-bolivariana , y lo hicieron sin melindres, sin histeria. El indiscutible efecto en el electorado opositor debe haber puesto a pensar a quienes sólo atienden a la sabiduría convencional.
En lo personal, opino, con el eslogan, que «no hay octubre sin febrero». Y que si Machado obtiene una buena votación el 12F habrá sido, sin duda, por haber llamado al pan, pan y al vino, vino. «La culebra es con usted, Chávez, y con su proyecto comunista». Y esto, dicho como quiere el lema de este matutino: claro y raspao.
Tres nociones califican ese señalamiento de las responsabilidades: la defensa de la propiedad ojo, no exclusivamente la del Gran Capital, sino también la de los particulares mondos y lirondos , la vindicación de las libertades individuales y la reivindicación de un Estado que sirva a todos y no un Estado totalitario que disponga de todo y de todos.
Un programa electoral que me gustaría ver enarbolar por Henrique Capriles de ganar las primarias, como creo que ha de ganarlas. Porque octubre es la segunda del noveno, amigo Capriles, y de ganar Chávez de ganar La Habana ya no habrá extrainning para la propiedad privada ni las libertades individuales.
Sin propiedad ni democracia representativa democracia liberal, ¡vamos! no habrá policía municipal bien dotada ni escuelas en Barlovento ni centros de salud en Chacao que nos valgan ante el despeñadero de nuestras libertades