Castro y Gómez—Chávez y Maduro
En Latinoamérica, el venezolano ha sido el pueblo más sojuzgado por tiranos. Miles han caído en la lucha contra la barbarie militar y los civiles alcahuetes que, en calidad de mientras, sientan en el solio presidencial.
Desde 1811, cuando los primeros repúblicos firmaron el Acta de Independencia, son contadísimos los gobiernos democráticos. Como ejemplo tenemos el Siglo XX. Comenzó con la dictadura de Cipriano Castro y Juan Vicente Gómez y concluyó en 1935, cuando inició un ensayo democrático interrumpido en 1948 y reiniciado en 1958, a partir del cual la democracia pervivió 40 años consecutivos hasta que el totalitarismo castro-comunista, con la elección del comandante Hugo Chávez asaltó el poder y su furrier, el monigote Nicolás Maduro, afianzó el dominio de los hermanos Castro.
A partir de la muerte de Gómez, sucesor de Castro, se abrieron rendijas y penetró la democracia aún mediatizada por resabios de la hegemonía gomecista. Primero por voluntad del general López Contreras y luego estimulada por general Isaías Medina Angarita, hasta que el 18-10-1945 el frescor democrático inundó el cuerpo social venezolano. Pero en 1948 las FAN volvieron por sus fueros y restablecieron la tiranía. En 1958 fue rescatado el sistema democrático que, con más virtudes que defectos en todo caso perfectibles e ingresos infinitamente menores a los obtenidos por el Socialismo del Siglo XXI, impulsó el crecimiento social. Educación, salud, vivienda, formación cívica, comunicaciones, agricultura y empleo fueron primados, con resultados muy superiores a todo lo anterior que tampoco fueron avances despreciables, con los miserables ingresos de una economía todavía pastoril que, tímidamente, asomaba a la bonanza petrolera.
Ahora bien, los cambios políticos y socioeconómicos del trienio 1945-1948 fueron de tal magnitud y arraigo social que la dictadura militar (1948-1958) no los pudo derogar y, por supuesto, no quiso profundizarlos. Optó por el estancamiento. Pero, derrocada la tiranía, el gobierno democrático reinició el camino del desarrollo con acento social, indexado a modalidades y exigencias de los avances tecnológicos y el dominio de la cibernética. A tono con su base programática y las tendencias epocales, sembró el territorio de unidades educativas desde escuelas primarias hasta universidades y tecnológicos, cuyo resultado fue un importantísimo crecimiento exponencial económico, cultural y de ascenso social. De allí que, por la alta cualificación, nuestros profesionales y personal de apoyo, sean acogidos en los países adonde han migrado, empujados por el narco-gobierno que prefigura una sociedad mayoritariamente integrada por ciudadanos ancianos o sin formación académica ni aptos para el trabajo. Requieren del lumpen para anclarse.
Ninguna dictadura es buena. En la de Castro y Gómez primaron la prisión, la tortura, el asesinato y el despojo de bienes a disidentes como norma de obligatorio cumplimiento por sicarios a su servicio, así como el robo de los dineros público privilegio de quienes, a plomo limpio, asaltaron el poder y se arrogaron el “derecho” a cometer tropelías. Pero en su haber está la proscripción de la guerra y la siembra de un centenario de paz, el pago de la deuda externa adquirida por exigencias de 100 años de guerras a las que pusieron punto final. Por otra parte, comenzaron a transformar en carreteras los caminos para recuas heredados de los españoles y otras obras de interés que, por supuesto, fueron “minas de oro” para el enriquecimiento ilícito mediante sobreprecios y la esclavización de presos enlistados como obreros, cuyos salarios y gastos de alimentación terminaron en la insaciable “alcancía” de los coroneles rangeles trastocados en constructores.
Ahora bien, aparte de violar los derechos humanos y robar, la del Socialismo del Siglo XXI destruyó el agro, a PDVSA y el emporio industrial de Guayana, así como la mayoría de la industria liviana y de servicio y con ingresos multibillonarios en dólares no dejará obra presentable para la salud, la educación, la cultural y la vialidad que resista cotejo ni siquiera con la ejecutada por la tiranía ejercida por un parlero bailarín y un taciturno gañán.
Nos arruinaron. Sembraron odio social, miseria y muerte.
sin una verdadera basura comunicacional