Algo peor
Nuestra catástrofe nacional solo puede agravarse mientras dure este régimen. Nada puede ser peor que esta carrera desbocada hacia el precipicio, pensábamos. Pero he llegado a la conclusión que sería mucho peor el fracaso del nuevo gobierno en el primer año. Fracaso muy probable si los contrarios a la dictadura no ponemos desde ahora todos los medios para el pleno éxito de la democracia rescatada. Todos unidos desde ahora para el éxito de Venezuela en la reconstrucción del país. Para ello necesitamos ver con claridad las causas que nos llevarían al fracaso postchavista y cuáles son las condiciones indispensables para evitarlo.
Los alemanes tuvieron un éxito extraordinario en la transformación de la asfixiante y fracasada cárcel de Alemania Oriental protegida por el Muro de Berlín; rescataron la libertad, la democracia y la elevación de su nivel de vida en una Alemania unificada. Otros como Libia o Irak salieron de la dictadura y consumieron su energía en matar al dictador, enfrentarse entre rivales y hoy siguen revolcándose en la impotencia y el fracaso.
Condiciones para el éxito del nuevo gobierno
1-Una gran unidad política centrada desde ahora en el cambio económico-social con drástico freno a la hiperinflación con refinanciamiento de la deuda, inversión multimillonaria y rescate del empleo y del salario. Evitando toda otra distracción.
2-Masiva ayuda humanitaria internacional con movilización nacional solidaria para el inmediato alivio de la población y temprana activación de la empresa productiva.
3-Millones de venezolanos que fueron chavistas deseosos y comprometidos sin miedo con ese cambio. Reducida al mínimo la resistencia.
Esto significa que Venezuela nace de nuevo con un extraordinario espíritu de reconciliación y de reconstrucción reforzado con el instinto de conservación nacional que nos avisa del gravísimo peligro y nos da sano pragmatismo. Perdón y reconciliación, actitudes espirituales aliadas e impulsadas por la sabiduría del instinto de conservación, sin linchamientos ni venganzas en cadena. Evitar todo lo que frene y distraiga la reconstrucción del nuevo país guiada por el nuevo gobierno. Sin malgastar energías de la población en tomar venganza de agravios y sufrimientos pasados. Los delitos graves que no prescriben serán procesados por la justicia nacional e internacional.
Atravesé muchas veces el Muro de Berlín hacia el terrible régimen dictatorial de eficaz y sofocante control policial. La población parecía resignada y su silencio no manifestaba su profundo descontento; parecía que nunca tendría fin De pronto ese Muro y ese Régimen cayeron, no tumbados por los cohetes y bombardeos americanos, sino derrumbados por la profunda rebelión de los espíritus que no se resignan a la cárcel. Empezó en Leipzig con la oración de cada lunes por la paz con el pastor acompañado de unas decenas de ciudadanos en la iglesia de San Nicolás. Las oraciones se fueron contagiando incluso a los ateos y expandiéndose, hasta que un día centenares de miles de berlineses corrieron al Muro y los represores armados no dispararon, sino que se sumaron a la celebración de la libertad.
El nuevo gobierno rechazó la tentación de dedicarse a apresar y dar su merecido a los principales responsables del régimen policial opresor por los crímenes cometidos durante 40 años, e inteligentemente concentró todas sus fuerzas en la difícil tarea de reconstruir una Alemania reunificada. Hasta aceptaron respetar el gran monumento a Stalin y al soldado ruso como liberadores de Berlín (porque al pie estaban enterrados muchos soviéticos). No hubo paredones de fusilamiento, sino invitación a todos a nacer de nuevo y concentrar todas las fuerzas y capacidades en la construcción de la nueva realidad. Tarea compleja y difícil, como será la nuestra. No concentraron su rabia y agravios como ocurrió años después en Libia e Irak en la ejecución de sus dictadores y persecución de sus secuaces. Esto les permitió a los alemanes no dividir sus fuerzas sino sumarlas y lograr la reunificación y convivencia, aunque todavía hoy haya desniveles y resquemores.
En Venezuela tenemos la tarea formidable de poner en marcha inmediata la recuperación económico-social y al mismo tiempo cambiar el CNE, el TSJ, la FA y las instituciones públicas para ponerlas de acuerdo a la Constitución, y eliminar la ANC. Para ello hemos de partir de la unidad en torno al único núcleo legítimamente elegido que son la AN y su Presidente Juan Guaidó a quien corresponde constitucionalmente (artículo 233) encargarse de la Presidencia para llevar rápidamente al país a la elección limpia de un Presidente legítimo.
Cada vez me cuesta más entender y me parece más suicida la actitud de aquellos opositores que parecen concentrar sus recursos en disparar contra la oposición y hacer lo posible para que el primer gobierno postchavista fracase, lo que obviamente sería una tragedia nacional mucho peor que lo que tenemos y refuerzo para un futuro sin esperanza.