Opinión Nacional

Superman y Batichica

El miércoles pasado caminaba junto a Teresa Albanes cuando un señor se le acercó y le dijo: «en nombre de mis hijos, gracias por todo lo que ha hecho, doctora». Fue un gesto que me conmovió hasta los tuétanos. Y a ella, aún más. Los demócratas tenemos que estar más que agradecidos por la titánica labor que ha realizado la Mesa de la Unidad Democrática.

El lunes 27 de febrero, la caricatura de Rayma representaba la estatuilla del Óscar de la Academia con la cara de Ramón Guillermo Aveledo. Agradezco a Rayma haber expresado en una imagen lo que no acierto a decir. No encuentro que sea suficiente decir que el doctor Aveledo -en su delicadísimo papel de coordinador de la Mesa de la Unidad- ha sentado cátedra de inteligencia, prudencia, tesón, firmeza, paciencia y voluntad.

Pero hay algo que va más allá de la eficiencia de Albanes y Aveledo. Algo que hace rato no veíamos en Venezuela. Algo que necesitábamos con urgencia. Algo que ha detenido el desenfreno, el desboque y la irracionalidad en que vivimos: la decencia.

Sí, la decencia. La euforia que siguió al clamoroso éxito de las elecciones primarias de la oposición fue la respuesta no solo al nuevo candidato presidencial que trae renovados aires de esperanza, sino también a la lección pública de decencia que la Mesa dio al país en todas sus actuaciones. Además de la calidad de los precandidatos, la altura que mantuvieron en sus debates y campañas, todo lo que rodeó la elección primaria fue decente. Allí hubo respeto, eficiencia, ponderación, humildad, organización, puntualidad, espíritu de grupo y cumplimiento de todos los compromisos adquiridos con los electores.

Decencia: algo que necesitamos con urgencia en un país que lleva trece largos años imbuido en una tragedia cuyos principales ingredientes han sido la violencia, la chabacanería, la habladora de pistoladas, el culto a la personalidad y el lenguaje bélico. Ya basta. Teresa Albanes y Ramón Guillermo Aveledo «han puesto de moda» la decencia. Esa decencia añorada, recuperada gracias a ellos y a otros tantos. Decencia tan necesaria para reparar el daño que el chavismo le ha causado al país.

El proceder de Albanes y Aveledo es un regalo. Su lección de civilidad, honorabilidad y ética era justo lo que necesitábamos para darnos cuenta de que en efecto, hay un camino.

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