¡La mafia militar!
Con gran desagrado tenemos que admitir la existencia de muchos apelativos que se aplican a los militares, en sendos intentos por buscar el desprestigio de la institución armada, toda vez que sin son ni ton, se impuso el llamado militarismo en la función pública cuando se militarizó el sistema de gobierno.
Mucho se habla de precariedad y de malformación de los militares, pero en realidad lo que ocurre es la perversión originada de un mando militar, o mejor dicho, de una generación de militares forjada en la oquedad de una torpe “revolución” perdida en el espacio, que no provino de la escuela de las armas, sino la de prosaicos soldados que se acogieron al decir torpe de la tosquedad, que creen que realmente existen los “herederos de los libertadores”, mascullándolo como cantaleta creadora del misticismo militar, que muchos asumen como una patente de corso para reclamar el supuesto privilegio social que demanda la herencia libertaria.
Uno de los primeros cambios que hay que hacer para reestructurar a las FAN, es eliminar de la mente de los militares la creencia de que son los servidores privilegiados de la patria y que se merecen un trato preferencial. Debe quedar al descubierto la verdadera razón de su existencia, que no es la de solo honores, sino la de un mayor sacrificio por la patria y la honra del servicio desinteresado. Que se meta en la cabeza de todos los integrantes de la FAN, que la perversión de la institución ha sido la injerencia del militar en la política y en la creencia de que su apoliticidad es para darle más privilegios, ya que, antes por el contrario, se le aparte del ejercicio de la política en la actividad, para que no intervenga en funciones de gobierno porque hay incompatibilidad entre el poder de las armas y la gobernabilidad civil, como los establece y reclaman la ciudadanía y el poder ciudadano.
Se le impide al militar participar en el gobierno, porque al poner en sus manos el poder de las armas, siempre ha existido la tentación de usarlas para gobernar, de donde surgen los intentos de golpes de estado y el surgimiento del militarismo de gobierno. Los militares creen que participar en funciones de gobierno es una función militar, al extremo de hacerlo incluir en la Ley Orgánica respectiva.
Se crea una lucha interna por lograr posiciones ministeriales y al frente de ministerios con poder político, policial o judicial, asumen el rol de verdugos y justicieros políticos, dejando de lado la constitucionalidad, aplicando la justicia bajo su mando, es decir militarizándola como presunción de mano dura a la delincuencia, pero todo se desdobla a perseguir la disidencia política, asumiendo la dirección del poder político enfrentándolo sin dar la cara al verdadero liderazgo y amparándose en una función de seguridad nacional, que atiende al apoyo al presidente usurpador, enfrentando a toda disidencia legítima o no, como ha ocurrido en la actualidad con el apoyo al presidente usurpador, en contra de la supremacía de la Asamblea Nacional, único órgano del poder público elegido por el pueblo.
La actitud de estos militares en el militarismo, han creado una aversión del pueblo contra todos los militares y contra las fuerzas armadas, que contrasta con la aceptación de honroso servidor púbico como siempre fue tratado.
Hoy aparece la denigrante calificación de: –Mafias de los pasaportes; militares; -Mafias del oro: militares; -Mafias del coltan: militares; -Mafias de la comida: militares; -Mafias de la medicinas: militares; -Mafias de la gasolina: militares. Deshonra que abarca a todos los militares y quienes más sufren la desidia son los militares en retiro, quienes a más de tener que asumir la deshonra, sufran el menosprecio y la discriminación que hacen los mandos activos, al no incluirlos en los beneficios que crean para los militares en actividad, con los que tapan las marramucias para engatusarlos en la lucha contra el poder político que desconoce y adversa el militarismo.