El año del miedo y del cambio
Nuestros psicólogos afirman que el régimen ha intentado sembrar el miedo y el conformismo entre la población. El miedo está presente en una justicia que avala la prisión sin pruebas; en un poder legislativo obediente; en una constitución que se irrespeta en todo momento; en una sociedad angustiada en manos de delincuentes; en la zozobra que representa la escasez y el desabastecimiento; en el acoso a la propiedad, a los trabajadores y empresarios.
El régimen ha iniciado una costosa campaña de propaganda tratando de contrarrestar las promesas incumplidas. Al mismo tiempo vende la idea que el presidente como candidato está sobrado y en ella está implícito el mensaje que si Chávez es derrotado vendrá el caos y se eliminarán las conquistas sociales.
El caudillo muestra su propio miedo a perder el poder personal ejercido por diez años. Deja evidencias que sigue mandando y que no hay sucesores, pero su enfermedad lo limita. Trata de ridiculizar a sus adversarios, pero con ello muestra su arraigado temor.
El pueblo en su fantasía puede aceptar un estado omnipresente que le ofrece migajas. Pero ese mismo Juan Bimba, inconforme y respondón es capaz de protestar y exigir sus derechos cuando el gobierno lo ignora: las viviendas no entregadas a los damnificados, los beneficios negados a los trabajadores públicos, el mal estado de las vías, el deterioro de escuelas y hospitales, o el aumento de la pobreza extrema a pesar que ahora Venezuela es de todos.
Este es un año singular. Por una lado el miedo visceral de la revolución. Por otro el deseo de una cambio tal como lo reflejan los estudios de opinión. Un régimen desgastado frente a una juventud pujante identificada con la solución de los problemas. Un autócrata frente a una nueva generación libertaria.