Intransigencia contra los intransigentes
Este título corresponde a una frase en carta dirigida en 1897 por el presbítero Baltazar Vélez a su coterráneo el periodista y político colombiano Carlos Martínez Silva, respaldando su artículo Al borde del abismo. En el mismo, Martínez hacía un llamado angustioso a liberales y conservadores para que acordaran el cese de la violencia. En Venezuela estamos al borde del abismo y pareciera que algunos dirigentes quieren dar un paso al frente. Por ello imploramos, a quienes actúan de buena fe, a lograr acuerdos que permitan salir de este totalitarismo aderezado de narcotráfico, que entregó nuestra soberanía a Cuba y puso en peligro nuestro derecho sobre el Esequibo.
Hay dos frentes en los que requerimos actuar. Uno de ellos es entendernos entre quienes deseamos que cese la usurpación de Maduro y su partida de corruptos lo antes posible. El otro, indudablemente controversial, es con quienes están o han estado más o menos cercanos al régimen no están incursos en violaciones a los derechos humanos y quizá perciben que para bien del país y de ellos mismos es necesario un cambio.
La primera tarea debería ser coser y cantar. Lamentablemente no es así. Las causas van desde miopía para visualizar una estrategia factible, hasta posibles intereses políticos o personales. Como presumimos la buena fe, apostamos a la miopía como causa de los desencuentros. No es que unos sean miopes y otros no. El punto es que todos somos miopes. La causa no es por falta de inteligencia, ni de formación política, sino porque enfrentamos una situación inédita de un régimen con apoyo de la Fuerza Armada, del Tribunal Supremos de Justicia, de la guerrilla colombiana, Hezbollah y hampa común, con algunos actores narcotraficantes y corrupción por doquier. Además, que cuenta con el apoyo de la dictadura castrista y fuerte simpatía de los gobiernos autoritarios de China y Rusia.
Es decir que lo primero que debemos aceptar es que la usurpación no cesa debido a que cuenta con recursos para mantenerse. No es porque existe una oposición complaciente, oficialista y entreguista que no le importa cohabitar con la dictadura, y otra inmaculada que quiere que la usurpación cese inmediatamente.
Afirmar que hay una oposición que quiere arrebatarle el poder a quienes lo usurpan y otra que prefiere dialogar y aparentar que desea un cambio es tener una percepción equivocada de nuestra realidad. Muchos creyeron, entre ellos quien esto escribe, que la Fuerza Armada iba a reaccionar por la brutal represión del régimen a las protestas de calle, los asesinatos, torturas, encarcelamientos, exilios, las sanciones económicas y el desconocimiento a Maduro por más de cincuenta países. Hasta ahora no ha sido así, aunque no puede descartarse que ocurra. Otros, más ilusos, cifraron sus esperanzas en una intervención militar extranjera, la cual nunca estuvo planteada por ningún país y que, aunque muchos no lo consideran así, traería a la larga consecuencias no deseadas. Independientemente que estemos o no de acuerdo, el TIAR y la invocación del artículo 187-11 no desencadenarán una intervención por la fuerza, aunque es de esperar que el primero derive en nuevas y más severas sanciones.
El diálogo tampoco es la panacea, debido a que este tipo de régimen no sale por las buenas. Ambas partes lo dan por concluido. Sin embargo será inevitable que algunos actores conversen bajo nuevos parámetros. Con suficiente presión y manejo político quizá se podría lograr una implosión en las filas rojas.
No habrá salida mientras no exista mayor presión interna. La misma tiene que ser una huelga general y presencia masiva en las calles de todo el territorio nacional. Se ha preguntado nuestra dirigencia ¿por qué la gente prefiere buscar refugio en otros lares en vez de resistir activamente en Venezuela? ¿ Será acaso que no perciben un liderazgo unido que al unísono los convoque y ofrezca una mejor opción? Estamos conscientes de que con la represión del régimen la gente está temerosa de participar en una huelga general y amilanada ante los asesinatos, torturas y encarcelamiento de muchos que han protestado en las calles. Sin embargo, en otros países se ha logrado. Nuestra dirigencia tiene la palabra. Somos intransigentes con los intransigentes.
Como (había) en botica: Un apreciado amigo que llegó a esta tierra en 1949 y a la cual aportó mucho me comenta que nuestros dirigentes deben evidenciar con hechos que son amantes de su patria dispuestos a dar todo por ella. Los tenemos, pero hay que descartar algunos. Criticar el Informe Bachelet porque omitió algunos hechos es una insensatez. El mismo es contundente. El secuestro y torturas al reportero gráfico Jesús Medina no puede ser ignorado, tampoco el mal estado de salud del secuestrado político Vasco Da Costa. Según fuentes secundarias de la Opep, la producción de Venezuela en agosto fue de 712.000 barriles; en el 2001 fue de 3.267.000 b/d. Por el despido de casi 23.000 trabajadores calificados, la incorporación de activistas políticos, la falta de inversión y de mantenimiento, la producción se redujo en 2.555.000 b/d ¡No más prisioneros políticos, ni exiliados!